El carnaval es pura
literatura, una oportunidad para hacer poesía sin ser poeta. Te da la
oportunidad de pararte, pensar, mirarte y decir con palabras simples o
complejas, con metáforas o directamente lo que llevas dentro y nunca dices.
¿Para
qué sirve el carnaval, entonces? Para escribir, contar y
cantar letras a tu madre como esta de Jesús Bienvenido, letrista de Cádiz:
La
mujer no es costilla de Adán,
es
el milagro de la vida.
La
mujer no se rinde jamás,
es
irrompible aunque le escuezan las heridas.
La
mujer tan sobrenatural,
la
de la fuerza infinita,
llora
cuando tiene que llorar
y
resucita,
la
del amor eterno e inagotable,
mujer
maestra innata en el camino,
la
luchadora con espíritu indomable,
la
hechicera que convierte
el
agua en vino.
Esa
mujer, esa mujer, esa mujer
que
me sabe comprender,
tiene
unos besos que curan desde un arañazo
hasta
el dolor de la muerte.
Esa
mujer, esa mujer
que
lleva escrito en la piel
que
la vida no se da,
que
hay que saberla ganar,
es
la mayor de mis suertes.
La
mujer más admirable
que
jamás he conocido,
la
de la sonrisa eterna,
la
mujer que me ha parido.
La
mujer de las mujeres, mujeres
y
la hembra entre las hembras,
mi
norte, mi libertad.
La
quiero tanto, la quiero tanto
y
quiero gritarlo ahora que aún no es tarde,
la
tierra sería la gloria,
si
se escribiera la historia
con
heroínas como mi madre.
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