29 de octubre de 2009

El conde (X)

Autor: un gran amigo.
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Habían transcurrido casi tres semanas, desde el célebre 2 de Marzo de 1882 y aún continuaba la angustia de Alicia, tras la visita real a la Mina. Quizás pueda ser entendida su sensación personal al vivir intensamente el evento, como adelante veremos. Nos ayuda en ello, la visita de un personaje (cuya identidad no se revela, por motivos obvios) girada a la señorial casa, en Heathland, -Londres- residencia familiar de Mr. Hugh Mackay Matheson, en la época, Presidente de la Rio Tinto Company Ltd y principal anfitrión del Rey. Confortados por el bien alimentado fuego de la estancia y tras sorbo y sorbo de té servido en delicadas tazas de porcelana china, su hija. Annabella Catherine, mostró al invitado, con cierto tono de orgullo, la carta que desde Rio Tinto, le escribió su padre el 4 del mismo mes y año.
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(Se entrecomilla lo escrito de su puño y letra, en tanto las comillas se suprimen en otras referencias, atribuidas a Braulio Santamaría) Téngase en cuenta la importancia de la visita real a Huelva, hecho que no se producía desde la que hiciera Fernando III, el Santo, (1202-1252).
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“Mi querida niña”:
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“Yo no tenía idea cuando dejé casa que iba a tener el honor de recibir al Rey de España, como huésped, durante esta visita a Rio Tinto. Tu ahora sabes, sin embargo, que en Madrid fuimos informados que el rey y la reina y, también la hermana de su majestad estaban para venir sobre el 2 o el 3 de este mes y mucho de mi tiempo ha sido empleado en Huelva diseñando y ejecutando planes para hacer la visita un éxito.Por alguna razón, probablemente política, la reina y la infanta decidieron no venir y había mucho debate entre los dirigentes locales. Me alegra ahora decir que la visita ha terminado y pasado de tal modo, satisfaciendo al Rey, en grado notable, dando placer y satisfacción a todos.”
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Desde Sanlúcar y a bordo de la goleta “Ligera”, escoltada por el vapor de ruedas “Vulcano”, uniéndose el cañonero “Arlanza”, llegó a las aguas de Huelva el Rey, acompañado de numeroso séquito pero en el que, efectivamente, no figuraban ni la Reina ni la infanta Eulalia, hermana menor del soberano.Tras una espera de 2 horas, aproximadamente y, después de finalizar su visita al Monasterio de La Rábida, la “Ligera” con la debida prudencia, se acercó al muelle de Rio Tinto, desde el cual y en el vaporcito “Justa”, propiedad del Sr. Sundheim, iban el Presidente del Consejo de la RTCL, Sr. Matheson, los Directores y representante de la misma, Doestch, Schoeder y Carballo. Pedida autorización para abordar a la primera y una vez presentados al Rey, Mr. Matheson le dirigió las siguientes palabras:

“Apreciamos en alto grado y estimamos en muy señalado honor el que V.M. se ha dignado dispensarnos al decidirse a visitar las minas de Rio Tinto. Es grato deber e inmensa satisfacción para mí y mis colegas, ponernos a las órdenes de V.M. esperando sinceramente que V.M. encontrará de algún interés examinar y recorrer las maravillosas minas e importantes obras que la Compañía desarrolla, contribuyendo de esta manera al desenvolvimiento de los intereses que atesora este país, por cuya prosperidad tanto nos interesamos. Mucho temo no podamos ofrecer a V.M. una recepción digna de tan augusto huésped, pero confiamos que nuestros sinceros y cordiales esfuerzos para hacer más cómoda y agradable su estancia y viaje, merecerán la alta aprobación de V.M. Todo está dispuesto, Señor, y sólo esperamos las órdenes de V.M. para cumplimentarlas.”

1 comentario:

  1. Disculpad por los signos que hay entre párrafos. De un tiempo a esta parte por mucho que lo separe siempre se publican unidos y no sé como separarlas. Buscando la mejor manera para leerlos, he tomado esa decisión.

    PD: amigo, esto cada vez tiene mejor pinta. Felicidades!

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