Autora: María Márquez
Atrapados sin salida,
sólo ante el azar,
indefensos ante los antojos
de la vida y de la muerte.
Agazapados contemplamos
amaneceres infinitos,
ocasos coloreados
incomprensiblemente
por los sentimientos.
Vacíos de emociones,
ansiosos por aprender,
por comparar.
Postrados bajo este
mutismo celeste,
ante ese cielo callado,
misterioso e impenetrable.
Consumidos por esa rabia
que ofusca,
que invita a la nada.
Todo es vano, porque todo
puede llegar a ser conocido,
basta con ser luz.
Viviendo en ese continuo gris
que vence,
en ese continuo cambio,
que nos hace sentirnos veletas
mareadas por la ventisca.
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