22 de junio de 2012

Las estrechas y terribles calles de la ciudad se iluminaban (III)


Es una alegría que un nuevo amigo se una al juego de relatos. Más aún si lo hace con relatos tan buenos como el que podemos disfrutar a continuación:

Autor: Luisma Bravo. 

Plaza de Mayo (Buenos Aires),  24 de Marzo  de 2012.

Era una noche casi de verano, hacía algo de calor  y en la Plaza de Mayo cientos de madres se reunían desconsoladas y abatidas por la incertidumbre de no saber que pasó realmente en la Guerra de las Malvinas. Este año se cumple el 30 aniversario de aquello. Esperaban que alguien respondiera a tantas preguntas sin respuestas, y de esa manera, se les devolviera parte de su pasado y así poder emprender parte de su futuro. Mientras esos cientos de gargantas gritaban  justicia, Lucía, una lugareña de ojos oscuros y piel morena, se acercó sigilosamente a un pintor que se encontraba próximo a ella y le susurró al oído con una voz dulce y acento porteño:

-¿Vos, me haríais  un retrato? 

El pintor, un hombre de apariencia bohemia y risueño, levantó su mirada y contestó con acento francés:

-Si mademoiselle, pero antes de nada me gustaría saber el nombre de la persona que voy a retratar…me gusta ponerle nombre a una cara tan bella.

Lucía se quedó pensativa y mirándole a los ojos contestó a su pregunta: 

-¡Lucía! Exclamó.

-Me  llamo  Lucía…

El pintor comenzó a realizar su retrato y una vez terminado se lo entregó.

-¡Gracias!...Vos no sabéis lo feliz que me habéis hecho en un día tan especial como el de hoy. 

Ella se levantó lentamente de la silla, se dirigió al árbol más cercano y colocó su retrato a los pies de este. Luego sin más, se marchó. El pintor extrañado  por la situación, observó que Lucía había olvidado su bolso sobre la silla. Cogió el bolso y corrió tras ella para entregárselo mientras las estrechas y terribles calles de la ciudad se iluminaban a medida que su figura desaparecía entre la multitud aglutinada en los alrededores de la Plaza de Mayo, pero no pudo encontrarla. Jean Pierre abrió su bolso, y solamente encontró un número de teléfono y bastantes fotos. Todas las fotos eran de la misma persona, un joven alto, moreno, con una sonrisa atractiva y una mirada como la de Lucía. Jean Pierre marcó el número de teléfono y no dudó un instante en contactar con ella.

¡Bojour  mademoiselle!, me gustaría hablar con Lucía, ayer mismo le hice un retrato en la Plaza de Mayo y olvidó su bolso, me encantaría poder entregárselo. Comentó Jean.

 Ella sorprendida por lo que estaba escuchando dijo con voz apesadumbrada:  

-Imposible…no puede ser…Lucía es mi madre, y murió hace 20 años. Ella jamás pudo recuperarse de la perdida de mi hermano Javier. Él  era pintor  y luchó en las Malvinas como tantos argentinos. A ella le encantaba que mi hermano la retratase  y se volvió tan loca cuando desapareció, que se suicidó al poco tiempo. Ella nunca superó su muerte…y nosotros tampoco. 

Como  cualquier madre, Lucía quiso aquella noche estar en la Plaza de Mayo…. Hay quien dice que la ha vuelto a ver.  Jean Pierre (Junio 2012)


3 comentarios:

  1. Ya te dije que me parece un relato rápido, doloroso, intenso y también justo. ¡No puedes empezas mejor este juego! ¡Enhorabuena y gracias!

    Pd. Lo otro que me has mandado es fantástico. ¡Qué ganas!

    ResponderEliminar
  2. oooohhhhhh¡¡¡¡¡ que bello, si es que eres un romanticón¡¡. En serio, preciosa la historia, y con su puntito de intriga. Enhorabuena¡¡ . Loim.
    Rubi

    ResponderEliminar
  3. Tengo los pelos de punta!!!! maravilloso!!!!!!!!!!! Tenía tantas ganas de leerlo! pero hasta que no acabo el mio me prohíbo leer el de los demás, cosas mías jeje. De verdad Luisma, es PRECIOSO!!!! Qué bien escribes!
    Manme

    ResponderEliminar