Martes lluvioso. 15.00 h.
Sube la escalera a casa con ojos
llenos de preocupación, enfado y sobreesfuerzo. En la mente el mal gesto de su
jefe, la cuenta corriente, las
extraescolares de su hijo y la
enfermedad de su madre.
Cuando tocaba pensar en qué podía
hacer para comer mañana, entra en casa. En el sofá, concentrado otra vez con
esa maldita consola, encuentra a su hijo. Al segundo, el niño levanta la
cabeza, aparta la mirada del juego y observa a su padre con sus ojos abiertos,
cálidos, amorosos y llenos de esperanza en el futuro.
-¡Hola, papá!- le dice alegre y
con una sonrisa- ¡Acabo de ganar la Liga!
En ese momento, olvida qué
pensaba en la escalera.
Buenooooooooooooo, pero si no me ha salido el comentario. En fin, que te lo vuelvo a poner.
ResponderEliminarEah, la vida en estado puro. Muy bueno, joven Padawan.
Besos!
¿Por qué seremos tan rematadamente pasionales?
ResponderEliminar