29 de septiembre de 2009

El conde (VI)

Autor: Un gran amigo.

No era persona de malgastar tiempo y, en consecuencia, tempranamente marchó a la Parroquia a fin de escuchar la primera Misa, aprovechando para recibir su diaria comunión.

Cumplidos los cristianos menesteres, se dirigió hacia la sacristía, no sin antes depositar una “limosnita” con billete de 100 reales en el cepillo de San Vicente, gesto que, “por descuido” observó D. Andrés el cual, sin muchas prisas, intuía iba a ser requerido, al tiempo que le asaltaba la preocupación por si la ofrenda hubiese sido observada por sus monaguillos, tentándoles a no sabía qué…..

La amplia puerta-cristalera, fue sobrepasada por quien, como Alicia, tenía la confiada costumbre de hacerlo con frecuencia.
Bastóle con besar la mano al sacerdote, para seguidamente, comentarle tenía que consultar urgente asunto tocante a conciencia y a la Santa Madre Iglesia, pero fuera de confesión. Solícito, aquél hombre que había consagrado su vida a la religión, la apremió a sentarse y comenzar su cuita.
Fue de esta manera como dio comienzo el relato de Alicia en torno a la visita que había realizado al Representante de la RTCL, sin omitir detalle alguno. Enfatizó, muy mucho y pausadamente, el sorprendente retrato que de “ese Mr.Matheson” presidía el despacho del letrado, subrayándolo del siguiente modo:

“Vd. sabe, Reverendo Padre, que el tal Sr. es P R O T E S T A N T E, es decir, que. suponiéndole lo mejor, se trata de un hijo de Lucifer, si no es él, en persona. Por lo tanto, enemigo de nuestra Iglesia y de S.S. nuestro Romano Pontífice. De ahí que no haya dudado en aumentar esas terribles “teleras”, auténticas fábricas de azufre, materia que tan bien se le dá en el mismísimo infierno. En el mismo lote –yo diría saco- deben estar el Abogado y todos los que para esa Compañía trabajan.”.

“He pensado que una manera de contrarrestar el avance de esta herética serpiente, en nuestra amada nación, debería comenzar por que Vd. convocase a toda persona de orden, (sin perjuicio de que se hiciese notar su voz en distintos estamentos civiles) para celebrar solemne Misa cantada, a poder ser de tres capas, -cuyo estipendio yo estoy dispuesta a sufragar- para invocar la protección del Altísimo contra el mal que nos acosa”..

Sin conceder respiro a su exposición y, mucho menos consentir, interrupción alguna por parte del venerable, prosiguió:

“Estoy segura está tan deseoso de combatir, por una causa tan noble y justa como lo yo lo estoy, siendo el objetivo exclusivo que me mueve a exponerle esta inquietud que sufro” …..!Por cierto¡ D. Andrés; ¿Sigue Vd. recibiendo el cantarito de leche que le envío diariamente con Román, para las necesidades de su casa?. ¡Es tan descuidado el mozo¡”… En aquellos momentos ella no tenía interés alguno en recibir contestación, cualquiera fuese. Por tanto, sin esperarla, continuó:

“Esta propuesta que hago, no estaría mal la recomendase Vd. y sus coadjutores, a todas las señoras de la comarca para que acudiesen a la celebración, prendidos en sus pechos el detente del Corazón de Jesús, que pueden adquirir de los que están reservados para vender a 50 céntimos para ayuda del Culto y Clero ¿no le parece?.
Estos desprendimientos populares, confunden mucho a los herejes. ¡Figúrese qué pensará Mr. Prebble y cómo se lo contará al Mr. Matheson¡”

“Serà evento muy referido y hasta yo misma se lo escribiré a mi querida amiga Ursula. ¿No la recuerda?. ¡Sí, hombre de Dios¡ Aquella que tiene concedido el monopolio de la sal, en Cádiz. Tan allegada es a su Eminencia Reverendísima el Arzobispo, que en varias ocasiones le ha comentado las virtudes que a Vd. le adornan y que yo, tantas veces le he sugerido. La verdad es que sería la primera persona en sentir un traslado forzoso de Vd. pero, me entristecería, consumiese su apostolado en vez de desplegarlo en una Canonjía para la que el prelado le podría asignar en el futuro, ¿Verdad?”

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