27 de enero de 2010

El conde (XIX)

Autor:un gran amigo.

El potencial industrial y económico de La Compañía de Rio Tinto, en los diez años comprendidos entre 1873-1883, había sido puesto de manifiesto en el ámbito nacional concurriendo a Exposiciones diversas, a la vez que se constituía como el mayor contribuyente del Estado en la Provincia de Huelva, ocupando relevante puesto, como tal, en el conjunto de las recaudaciones generales de la Hacienda Pública. arrogándose “distinguido trato”, por tanto, de parte de las autoridades gubernamentales y siendo muy apreciada, a sí mismo, internacionalmente su gestión y solidez, afianzada ante los sustanciosos repartos de dividendos al término de cada ejercicio económico.

Pero es que además, al prestigio de la Compañía se añadía el significativo grupo de poder financiero que tomaba asiento en su mesa de Consejo. Todos ellos muy conocidos, tanto a nivel internacional como nacional.

Así, destacados Consejeros eran, entre otros, Alex Matheson, Miembro del Parlamento, (familiar del Presidente) y el Honorable, T.C. Bruce que también ocupaba escaño en dicha institución británica.

Siendo los vínculos políticos y sociales en la época, -como actualmente- vitales para el reconocimiento de determinado status del individuo, habría que detenerse en la figura de su Chairman, nuestro repetido Hugh Mackay Matheson, banquero y comerciante, miembro de la muy conocida familia que, para más fácil identificación, coincidía en ser sobrino carnal de Sir James N. Sutherland Matheson, (Baronet of the Lews) fundador y copropietario de la “Jardine & Matheson, Co.,” sociedad dedicada desde mediados de aquel siglo XIX al tráfico del opio, algodón y mercancías diversas que, desde Hong Kong, se introducían en China, desde la posesión inglesa de la India.

La interesante y compleja personalidad de Hugh Mackay Matheson, no dejó de estar aureolada por su ideario religioso y liberal, opuesto al conservadurismo, opción esta que, si bien en Inglaterra era mayoritaria, en aquellos años, por la euforia imperialista imbuida a la ciudadanía por Benjamín Disraeli, él permaneció fiel al de su amigo personal y, también Primer Ministro de la Corona, William Edward Gladstone, -líder laborista-.

En cambio, en España, simpatizó y llegaba a franco entendimiento con el que fuera Presidente del Consejo de Ministro, el conservador, D. Antonio Cánovas del Castillo, figurando también, entre sus amistades hispanas, el que en tantas ocasiones desempeñara distintos ministerios, como titular, el masón gaditano, D. Segismundo Moret y Prendergast que llegaría a ser Presidente del Gobierno.

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