2 de junio de 2010

Sobre Rio Tinto (IV)

Autor: Pedro Real.

El curioso y “tremendista” libro DESCUBRO Y ACUSO, describe la involución de determinados personajes en el proceloso mundo de las drogas, induciéndonos, con su lectura, a elaborar ideas encontradas que pueden ir, desde considerar las acusaciones expresadas en él como maliciosas y esperpénticas, sin recato de levantar escándalo y deshonor para quienes cita, (-aunque ya desaparecidos-) con inconfesables intenciones, en tanto, por otro lado, sorprende a los que no les conocimos en vida haciéndonos pensar, ejercieron doble moralidad.

Buena intención sería, a estas alturas, conceder presunción de indefensión a los imputados, ya fallecidos, causado por su natural silencio. Quizás y presumiblemente, la defensa en todo caso, en tiempo y forma, corrió a cargo de sus sucesores, extremo que desconocemos.

De cualquier modo, muy lejos nuestra intención de erigirnos en defensores de ajena causa, pero sin renunciar al derecho de formular criterio propio, sea o no erróneo, ante lo leído. Por tanto, como inicialmente se expresó, personalmente creo, que el espinoso asunto de la droga no pudo salpicar a todas las personas y familias que con ella se relacionan, particularmente a los herederos que a partir, probablemente, de la tercera generación, dirigieron la Sociedad tras la desaparición de los fundadores de la misma.

En honor a la verdad, según lo estudiado y, públicamente reconocido, el origen de las fortunas de las familias Matheson y Keswick, son atribuibles al negocio del opio, la seda y el té, cuyos inicios protagonizaron, en el Lejano Oriente, los fundadores de la “Jardine Matheson Co.,”; William Jardine y James Nicholas Sutherland Matheson.

Esto último puede ser constatado en el trabajo de John C.S.Beeching cuyo fallecimiento tuvo lugar en Palma de Mallorca el 27.12.2001. En él describe las consecuencias que desencadenó el cultivo, comercio y consumo de la droga en Oriente a mediados del siglo XIX y su propagación, posteriormente, a otras latitudes evidenciando el enriquecimiento de ambos escoceses como socios de la singular Compañía que tan trágicas consecuencias produjo.

Sin embargo, a fuer de repetitivos, causa fuerte duda que esa 3ª generación anteriormente apuntada, continuase con el negocio original ya que, casi finalizando los últimos años del XIX, la “Jardine Matheson” se diversificó en otros, ya no escandalosos, pero igualmente rentables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario