Julia

¡Qué misterios! No conoces su personalidad, sus gustos, su voz ni su risa, pero la quieres. Y mucho. De una manera sincera porque nace del interior, del corazón, del alma, de las entrañas. Le has hablado poco, pero lo primero que le dices aunque no lo verbalices es: "Tranquila, no te va a faltar de nada y mucho menos amor y cariño". Y esto lo dice un tío y una tía. La cara de los padres dicen mucho más. Algo que no se puede transmitir en frío, en papel. Ni tan siquiera cara a cara entre familiares y amigos. Son palabras que solo entiende una madre cuando se lo dice el padre de su hija, un padre cuando se lo dice la madre de su hija y una hija cuando se lo dicen sus padre. En ellos queda.

Hay un poeta en Cádiz, Tino Tovar, que no hace mucho tiempo escribió un pasodoble para su hija recién nacida. Su nombre Julia. El 28 de junio pasado vino al mundo otra niña, otra Julia. Una preciosidad que nunca estará sola. Se parece a su padre y a su madre. La mezcla es perfecta. No puedo imaginar lo que sintió el padre ese día, aunque nos parezcamos mucho, pero seguro que fue algo parecido a lo que comenta el poeta gaditano:

Pasodoble

Pronto supiste que era niña

el ser que había en tu vientre.

Nada más empezaste a sentirla

y ya te noté diferente.

Amanecía otra mujer.

Fueron los días que sin un vaso

le distes agua en tu seno.

Fueron los días que en tus entrañas

decías sentir que le dabas besos

con solo el roce de tu piel.

Y de repente en una noche de verano

cambió la luna y decidió que ya era el día

de que la vida le manara

con la fuerza que no tenía.

Y entre la angustia y la alegría

me agarraste de tu mano compañera

me creía tan valiente yo a tu vera

y la valiente solo era ella.

Dijiste que tenías miedo

y al sentirlo no pensabas en tu vida

solo importaba la de tu niña.

Llorabas tu sufrimiento

cuando caíste rendía

rompió otro llanto el silencio

y se hizo entonces la vida.

Te separaron de ella

y ya la echabas de menos.

Cuando al fin te la dieron pensaste

que nada había más bello.