Un grupo de amigos hemos decidido llevar a cabo, que no inventar, un pequeño juego. Consiste en escribir un relato no más extenso a una página de "Word" que tenga obligatoriamente una frase previamente decidida. Para estrenarlo utilizaremos la frase: "pero no me cuadraban los apellidos". La frase tiene su historia particular, pero la dejamos en la intimidad. Si alguien quiere participar, sólo tiene que mandar el relato al correo que se indica en la columna de la derecha del blog. El premio será leer, disfrutar y comentar, quien lo desee, ese relato. Empezamos con el fantástico escrito de María:
Autora: María Prieto Salas.
Aquel día me desperté con un
fuerte dolor de cabeza.
Una nota de Javier en la
mesita de noche rezaba lo siguiente: “esta mañana he tenido que irme antes a la
oficina para preparar una reunión importante. He llevado a los niños al
colegio. Llámame al mediodía si tengo que ir a recogerlos. Un beso”. En ese
momento no era capaz de recordar el número de teléfono de Javier. Ni siquiera a
Javier. Maldita resaca.
Mientras me tomaba mi primer
café del día (¿por qué no conseguía encontrar nada en la cocina hoy?), decidí
que después me daría un baño. Seguro que me sentaría bien. Pero cuando iba
camino del cuarto de baño el teléfono comenzó a sonar. Al parecer, mi dentista
estaba muy enfadado conmigo por no haber acudido a la cita. “Tú siempre eres
muy formal”, me dijo. Le pedí disculpas y retrasé la hora el tiempo justo para
vestirme y salir corriendo. La cabeza me iba a estallar, ¿me habrían echado
algo en la bebida?. Decidido. No saldría más de juerga con mis amigas entre
semana.
A la entrada del metro un
chico pregonaba las hazañas de una hechicera de nombre impronunciable y
repartía tarjetas que aclaraban donde poder dar con ella. Cogí una. Qué
extraño, me resultaba muy familiar el logotipo que tenía impreso en su parte
superior derecha. Yo he visto esta misma flor de lis en la pared de algún
local, pensé. Esta mezcla de colores es difícil de olvidar.
A la salida del dentista le
mandé un mensaje a Javier para que recogiese a los niños. Su número estaba
grabado en la agenda de mi móvil, menos mal. Entre el dolor de cabeza y las
secuelas de la anestesia no me apetecía hablar con nadie. Ya está, al llegar a
casa me echaría un rato en la cama. Seguro que después me encontraría mejor.
Cuando Javier llegó con los niños lo entendí todo.
Bajé corriendo las escaleras del edificio y miré las señas del que se supone
era mi buzón. Sí, mi nombre coincidía, pero no me cuadraban los apellidos. Lo
sabía; me había despertado en un cuerpo que no era el mío.
¡Maravilloso!
ResponderEliminarMe ha encantado!!!! El final no me lo esperaba para nada!!! Manme
ResponderEliminarMe ha tocado ser la primen...todo un honor ser partícipe de un blog tan estupendo como este!!
ResponderEliminarMe alegro de que a mis compis de juego les haya gustado, yo me he divertido mucho. Escribiendo el mío y esperando los de ellos.
María.
Me ha gustado mucho!!!! CINTA
ResponderEliminar...¿qué pasa cuerpo!!! jajajajajaja ole mi niña!!!! María del Carmen
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