13 de septiembre de 2012

Las estrechas y terribles calles de la ciudad se iluminaban (IV)

Continuamos, después de una pequeña parada, con la segunda fase en el juego de relatos con la obligación de incorporar la frase del título del post. Ahora es el turno de María, que una vez más consigue dar en el clavo:

Autora: María Prieto.


Llovía intensamente. Pero de qué me sorprendía, si llevaba haciéndolo sin parar las últimas tres semanas.

Era mi primer invierno en aquella gran ciudad a la que me había mudado por motivos laborales el pasado verano y que en nada se parecía al pequeño (y seco) pueblo del sur del que yo venía.

Sentada sobre el alféizar de la ventana, enfundada en mi chándal favorito y con una taza de té recién salida del microondas, me perdí en mis propios pensamientos mientras las gotas de lluvia chocaban contra el cristal.

El ritmo de vida de este lugar era realmente agotador. Y hacer amigos una tarea casi imposible. Todo iba demasiado rápido. Me sentía un poco sola, sí. Y, para colmo, hoy era el cumpleaños de mi mejor amiga y estábamos a más de mil kilómetros de distancia la una de la otra. Iba a ser la primera vez en treinta y dos años en que no soplaríamos juntas las velas de su tarta de cumpleaños y no quedaría inmortalizado el momento  gracias a la polaroid de sus padres que, más tarde, ella se quedaría. Una simple llamada de teléfono nunca podría sustituir ese momento. Nunca.

De repente, un ruido me sacó de mi ensimismamiento; una gran tormenta se había desatado y las estrechas y terribles calles de la ciudad se iluminaban. Los fusibles habían saltado no sé en qué momento exactamente y me había quedado a oscuras en casa. Esto me permitía ver mejor a través de la ventana y observar a la gente correr para refugiarse.

Entonces la vi. Estaba justo en la acera de enfrente. Empapada, sonriente, arrastrando una maleta enorme y con su inconfundible bolsa en la que llevaba la polaroid a todas partes. Este año también tendríamos que buscar un hueco en el álbum para colocar una nueva foto.


2 comentarios:

  1. ¡El poder de la amistad! Muchas gracias María. Un relato perfecto, como siempre.

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  2. Muchas gracias Juanma!!
    María.

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