21 de marzo de 2013

Trozos de nuestra historia (I)

Autor: Fernando Izquierdo Cuéllar.

Mientras que conduces hacia el noroeste de Sevilla, el paisaje andaluz de la provincia de Huelva cambia gradualmente de la seca llanura a las dulces colinas cubiertas de arboles. Mientras que las señales de la carretera comienzan a señalar a Portugal, el paisaje se puntea con los soportes de los robles de corcho, del ciprés, de alamos y castaños. Es completamente rural hasta mas alla de Nerva, y esta carretera se curva precipitadamente y desciende y te encuentras rodeado por el gran paisaje anaranjado y gris de las Minas de Riotino.
 
Aunque la vieja mina dio su nombre a Riotinto, este grupo empresarial no ha tenido conexión alguna con las minas españolas desde 1954, cuando fueron vendidas a la Compañía Española de Minas de Riotinto. La explotación minera cesó a principios del 2000 y las minas se han convertido en refugio sobretodo de turistas, de excursiones por el campo geológico, de arqueólogos industriales y de científicos investigando los orígenes de la vida en la tierra y la probabilidad de vida en Marte. Hoy, las plantas están cerradas, pero parece que podrían volver a la vida en cualquier momento.

Pasada la Mina y el campo enselvado se llega hasta El Campillo. Estoy aquí para dirigirme hacia la Riotinto Fruit S.A., porque he oído que esta en el sitio de mi meta: lo que queda de la granja experimental de Riotinto.
De vuelta a los años 20, una relación inverosímil se originó entre Walter Browning, el feroz, nombrado sin sentido director general de la mina de Riotinto; y Lionel Nathan de Rothschild (1882-1942), jefe del banco de N.M Rothschild en Londres (accionistas importantes de la Compañía). A Rothschild le gustaba definirse como “banquero por manía, jardinero de profesión” y era más feliz coleccionando rododendros y desarrollando su finca en Exbury que trabajando en el mundo de las finanzas. Hoy, Exbury, en el encantador rio Beaulieu en New Forst, cerca de Southampton, esta entre los destinos mas populares para los entusiastas del jardín en Inglaterra.

 A mediados de los años 20, Rothschild y Browning tramaron un plan para crear una plantación experimental que comprobaría como una gama de especies sobrevivía en Riotinto. No sabemos como se conocieron, pero el proyecto seguramente formaría parte de los intento de Brownig por demostrar que las tierras de alrededor de la mina eran aptas para cultivar, a pesar de las repetidas denuncias de que dichas tierras habían sido contaminadas por los “humos sulfurosos”.
 
En 1916, aconsejado por la Universidad de Copenhague, Rothschild designó a un silvicultor para la compañía. El elegido fue Kai Hase de 26 años, que, con una energía que le caracterizó, siguió supervisando la plantación de aproximadamente 9.000 hectáreas de pinos alrededor de la mina. Él empleó a niños de las escuelas de la compañía y los equipó de un gran clavo y un monedero de paño con semillas de pino. Los niños se arrastraban por las laderas haciendo agujeros y plantando las semillas. A estos “piñoneros” les pagaba 50 céntimos (medio centavo) al día. La silvicultura prosperó. En 1954 unas 14.000 hectáreas de bosque y tierras de labranza fueron entregadas a los nuevos dueños de las minas, y mucho de esos árboles y sus descendientes pueden ser vistos hoy, a pesar de los fuegos.

Para su hogar, Hase había elegido un área de tierra cercana al pantano del Zumajo, al sur de Riotinto, investigando cómo podía utilizar el agua para regar su tierra. Construyó un “bungalow”, alojamientos para los agricultores, establos y granja; y se acomodó y preparó con su esposa para crear una granja modelo.
 
En los primeros días, la granja utilizó excrementos humanos para abonar la tierra, los cuales eran recogidos por mujeres y trasladados en burro de los malolientes "Depósitos de Higienes" del pueblo de Riotinto, lo cual provocó el irónico comentario de un colaborador en una web de Riotinto: “ Los ingleses aprovecharon nuestro trabajo, nuestro sudor, nuestra sangre y hasta nuestros excrementos".

En los documentos conservados en el Archivo de Rothschild es evidente que Lionel viajó hasta la granja y se encontró con Hase, al que el le llamaba “El danés”. Realizó fotografías para hacer constar su visita, pero se cree que no queda ninguna de ellas.

“Prometí al danés algunos melocotones y nectarinas ingleses, algunos caquis y unas semillas de nogal”, escribió en Noviembre de 1925, habiendo pedido nogales a Atlanta (EEUU) y los caquis de un vivero de Yokoama (Japón).

Un año más tarde, Browning informó que los árboles estaban creciendo bien, y a cambio de las plantas mandadas a España por Rothschild, Browning le envió bellotas “de la variedad dulce que crece en este país”, semillas de jaras, y más adelante, pomelos. Browning había traído árboles de pomelos de Florida, y pensó en 1926 que los 30 especimenes plantados en El Zumajo eran los únicos de España.
 
(Continuará)
 
 
Nota: foto publicada por Pedro Real Valdés.
 
 

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