30 de julio de 2013

El ruido y la puerta


Estimado amigo:

¿Por qué nunca me has abandonado? Si hace tanto que no te llamo, ¿por qué sigues ahí?

Con tu media sonrisa, tus ojos abiertos y tu ancha espalda, fuiste un amigo alegre, generoso, educador y educado, sosegado, revolucionario y, ante todo, necesario. Muchos te veían –y lo siguen haciendo hoy- como alguien triste, melancólico y ejemplo del pasado más remoto. Pero yo, amigo Silencio, siempre te encontré para expresarte lo positivo; vomitarte lo negativo.

Ayer te recordé con añoranza, analizando todas las respuestas que me regalaste sin pedir nada a cambio. Algunas acertadas, otras erradas, pero todas con la mejor intención: protegerme del ruido, ese que amordaza lo verdadero, que esconde la autenticidad. Y te recordé, inesperadamente, justo cuando más estrépito había a mi alrededor. Múltiples sonidos, hijos de su época, su tiempo, su tecnología me golpeaban; sonidos que traen corruptas noticias que confirman que los de abajo perdemos y los de arriba, ineptos, incultos, irresponsables, sinvergüenzas y caraduras, ladrones, golfos y casposos, ganan; sonidos personales e individuales causados por mi ausencia de negativas, mi concentración desconcentrada, mi otro yo poderoso que me aleja de ti.

Y te recordé gracias a una ligera llamada a la puerta.

-Toc, toc.

Una llamada suave, dulce, como sólo hacen los que, de verdad, te ofrecen su cultura, su sabiduría, su corazón, su alma. Cuando observé quien era, sonriente, la dejé pasar.

Charlando, entre infusiones, generosa como es su naturaleza, comentó lo aprendido en su última lectura: “El tiempo envejece deprisa”.

-“En ella- dijo- se reflexiona sobre el arte de la nefelomancia: adivinar el futuro observando la forma de las nubes. Para comprender lo que dicen tienes que atraparlas antes de que el viento las disuelva, antes de que se conviertan en cielo”.

-“También –añadió- que los vientos acompañan la vida. O que para entender las cosas haya que haberlas tocado con las manos. O que los sueños no se oxidan ni tampoco las emocione que los acompañan”.

Reflexiones todas que retumban en mi interior y que, milagrosamente, han callado las voces que sobran y han hecho que te busque de nuevo, querido amigo, para despacio, vuelva a ordenarme y consiga, otra vez, valorar sólo lo que importa: la auténtica familia, los amigos verdaderos, el amor definitivo, la conversación madura, el abrazo en la escalera, la risa compartida, el sueño inoxidable.

Elementos que atrapé, atrapo y atraparé antes de que le viento (amigo y enemigo) las disuelva.



1 comentario:

  1. Toc toc. El silencio tras la mirilla. Oculta. Prudente. Amorosa. Eterna. Agua de pozo que abraza.

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