INTRODUCCIÓN:
“No hay nada más bello que lo que nunca he tenido. Nada más amado que lo que perdí”
Lucía: J. M SERRAT.
No hay un dicho tan acertado como aquel que afirma que no valoramos lo que tenemos hasta haberlo perdido. Ya ves que contradicción, es la ausencia de algo por lo tanto, lo que le confiere un valor determinado.
Portadores del germen de la infelicidad nos vemos condenados a desear, a soñar, y soñando soñando, nos olvidamos de apreciar lo que tenemos a mano, a nuestro alcance, cercano, visible tan sólo con salir de ese ensimismamiento.
Quizás sea preciso para remediar tal mal, la perspectiva, el largo alcance, la lejanía, dónde todo adquiere otra dimensión, dónde todo se aprecia la totalidad y no lo concreto, dónde las imágenes se vuelven más completas atendiendo al conjunto, que no es más, como nos enseñaron en las clases de Mates, que la suma de las partes.
Costumbres, hábitos, rutinas, acciones minúsculas y repetitivas que hacemos día a día, sin darnos ni cuenta, automáticamente. Rostros cotidianos que miramos sin ver; familiares, amigos, vecinos, conocidos. Comidas que tomamos con regularidad. El sonido tan característico de ese coche que pasa siempre a la misma hora, el molesto ladrido de un perro al que a fuerza de tropezarte todos los días por el camino le has llegado a coger cierto cariño, las voces de los tuyos por la que puedes descifrar su estado de ánimo, el olor de un lugar determinado, la fragancia que usa una persona en concreto, los primeros rayos de sol que comienzan a entrar en tu habitación bien de mañana …Todo esto que tomamos como propio, como parte de nosotros mismos, como seña de identidad, como nuestro entorno, nuestro hogar, nuestro hábitat, el lugar dónde se desarrollan nuestra cotidianidad, no comenzarás a verlo con nitidez hasta alejarte de ello amigo.
Millones de sensaciones, de matices, de gestos, de miradas, se perderán para siempre en el bolsillo roto del tiempo porque no la supimos custodiar, memorizar bien en su justa medida, a su justo tiempo.
¿A dónde miramos?, ¿ porque siempre deseamos un “algo más”, un cambio, un” no sé que” que hace que espantemos la felicidad de nuestro lado?
Durante años, esta que os escribe, vivió y creció en un pueblo pequeñito (al que no daré nombre, primero porque tengo derecho a guardar silencio, a un abogado, a un médico de
Por si algún día renegué de mis orígenes, del entorno que me vio crecer, de la gente con la que creía tener tan poco en común, sirvan estas líneas ya leídas y las que las que siguen para pedir perdón por la ceguera, perdón por permitirme creer que la felicidad está “más allá” y no dentro de nosotros mismos.
MORRIÑA: (Del gall. port. morrinha).
1. f. coloq. Tristeza o melancolía, especialmente la nostalgia de la tierra natal.
DICCIONARIO DE
“En Macondo comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”
J.SABINA.. Peces de ciudad (versión de Ana Belén)
AÑORO.
Añoro el silencio espeso de mis orígenes.
La tranquilidad mecida de estas noches eternas, de estos días idénticos, mellizos de sí.
Adoro, claro que sí, lo nimio ,lo cotidiano, lo que nadie hizo y sólo se creo; los pastos, las hierbas, la sombra agradecida de los árboles ancianos, los acentos y dejes del lenguaje que comparto, así casi sin darme cuenta. La tierra despierta, el agua con el sabor de lo oculto, el cielo inmenso, cerrado y finito. Los pájaros burlones, las piedras derramadas por el suelo que me devuelven la consciencia al tropezar con ellas. El aire nítido, la luz intensa, los olores vagabundos, los mediodía horizontales, el tintineo cadencioso del locajo de los rumiantes, el canto vespertino del gallo, el sonido de las escobas matinales sobre las calles sin asfaltar.
Adoro a la gente práctica empeñadas tozudamente en vivir con poco, en pactar los silencios, los susurrados secretos que irán trascendiendo de generación en generación.
Añoro los verdes de mi huerta, el blanco caliza de las fachadas de las casas, los insectos pejigueras que toman mi piel como sendero, el andar sin rumbo ni propósito en busca de respuestas interiores por polvorientos andurriales.
Y como no añorar y adorar, claro, la sagrada e intensa posibilidad de sobrevivir sin monedas.
Imagen: i283.photobucket.com
Te doy las gracias María por esta reflexión y a Juanma por publicarla, muy acertada y muy buena, tienes mucha razón, quién me iba a decir que esta niña tan callada en las prácticas pensaba todo esto jejeje, bueno yo no sé de qué enclave andevaleño eres eh?? ssshhh . Un abrazo
ResponderEliminarCreo que lo que comenta María nos ha pasado a todos. No valoramos lo que tenemos hasta que sufrimos los puntos negativos de estar lejos de tus raíces.
ResponderEliminarMuchas gracias María. Un abrazo.
Estimado señor:
ResponderEliminarDeseo invitarle a la lectura de mi trabajo sobre el papel que jugó la industria de guerra soviética durante la Gran Guerra Patria (1.941-1.945). Articularé el texto en varias entradas o trozos para flexibilizar y cadenciar su lectura. A los forofos de la historia militar (y la historia en general) no se les pasa por alto que la economía se halla en la actualidad intensamente imbricada con el fenómeno bélico. Espero que los datos que voy a ir mostrando en el blog le sirva para comprender mejor una parte importante de ese conflicto tan brutal que fue la imperfectamente denominada guerra germano-soviética.
Un fuerte abrazo desde tierras canarias.
Gracias Juanma por brindarme un espacio para plasmar mis cuitas y desvarios.
ResponderEliminarMe alegro, enormente de que os haya gustado mi artículo, aunque sea tan sólo un poquito. Amenazo con volver, cargada de palabras, el día menos pensado.
En cuanto a lo que me comentas Chan, en esta vida pocas cosas son lo que parece, me parece,¿te parece?
UN SALUDO A TODOS.
Me parece lo mismo que te parece a tí, la mayoría de las cosas no son lo que parecen al principio pero juzgamos antes de la cuenta!
ResponderEliminarLa añoranza como dice Juanma es lógica y nos pasa a todos cuando estás lejos, pero no por eso debemos de dejar de mirar en el presente lo que nos rodea.
Saludos María
Yo, a veces, lo que pienso es que lo que realmente se añora es la mirada, mejor dicho, la perspectiva que tenemos de niños, de pequeños, de todo cuanto nos rodea, por eso aquello de "cualquier tiempo pasado fué mejor"; aunque probablemente nuestra memoria nos engañe, pero así la conservamos y así la añoramos.
ResponderEliminarPuede ser de niño, adolescente, o cualquier otra etapa de nuestra vida con la que ya rompimos y no podemos recuperar; y menos mal, creo, porque la tenemos idealizada, si tuviesemos la posibilidad de volverla a vivir, también recuperaríamos los otros ratos, los que los filtros de la memoria guarda aparte.
Así que lo mejor siempre será eso de "Carpe diem"... para no vivir la sensación de haber dejado pasar el momento, si no la de haberlo esprimido.
Querido amigo, que razón tienes, de pequeño todo lo vemos de una forma especial, todo es grande porque somos inocentes, no sabemos nada de casi nada y el mundo es un paraiso por descubrir.A medida que vamos creciendo, empiezan las responsabilidades, los agobios, nos volvemos agrios y ese paraiso se vuelve una selva dónde sólo los más canallas sobreviven.Por eso un buen día decidí no dejar nunca de ser niña y vivir para siempre en ese pais de NUNCA JAMÁS, dónde el tiempo no existe y todo es un juego constante.
ResponderEliminarQUE ES LA VIDA SINO UN JUEGO, UN TEATRILLO, UN CARNAVAL, UNA PELICULA DE FINAL ABIERTO!!
El Síndrome de Peter Pan nunca debe perderse, yo también lo pienso así porque además la persona que "ya ha madurado" poco más va a aprender y poco puede ofrecer al resto, siempre debe conservarse parte de la inocencia de niños. Difiero contigo María en lo de jugar con el tiempo porque creo que puede ser peligroso no asumir ciertos roles que nos dejarían a un lado del compromiso social que debemos adquirir con lo que nos rodea. Saludos!!!
ResponderEliminarHe debido de explicarme mal, querido Chan.Asumo mi papel de adulta y las responsabilidades que ello conlleva.Decido y actuo intentando preveer las consecuencias de mis actos.Eso sí, mi naturaleza es excéptica y descreida, o tal vez, como decia Janet, es el mundo quién me hizo así.La realidad para mí es tan absurda que a menudo me veo obligada a buscar un refugio más allá, eso por supuesto no significa que el mundo me sea ajeno y que sea incapaz de acatar ningún compromiso o responsabilidad.Espero haberme explicado en esta ocasión más acertadamente.SALUDOS!!
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