Dicen que fue su hermana la que le refirió, mientras saboreaban una taza del espeso chocolate con el que tanto le gustaba desayunar, que un sirviente había visto, allá en la Mina, cruzando la calle Sanz, a un patilludo extranjero, de coloreada tez e inquisitivos ojos azules, aún cojeando tras una caida sufrida en visita a Jabugo y, en el transcurso de los días que debió guardar reposo en aquél pueblo,por el inoportuno accidente, no se separó de su Biblia y de buenos platos de jamón.Deciáse que jamás se supo cual de las dos cosas le era más grata.
Le llamaban Don Hugo y la hermana no pudo saber gran cosa de él. Sólo que, a veces, le nombraban como Mr. Matheson y ella creía, debía ser un mote, semejante al que en Zalamea bautizaron a Ramón (El macaco).
El sirviente añadía que, tras observar su paso desde una "panilla" de la calle, algunos guardias municipales le saludaban respetuosos y otros funcionarios que con él se cruzaban, se descubrían con presteza.
Su negro atuendo del que sobresalía blanca camisa rematada en el cuello por anudado y sedoso pañuelo, sujeto con brillante alfiler, denotaban austera pero elegante presencia.
Aquella hermana, cordón umbilical que le conectaba con el mundo exterior, dió por finalizada su referencia, abriendo enormemente sus párpados para exclamar:
"Pero, fíjate, hermano: Aseguran que es !!PROTESTANTE¡¡ y hasta pretende abrir una Escuela para los niños de sus mineros"... No sé donde vamos a llegar...querido.
Tras esbozar una tímida sonrisa, con la voz tenue que le caracterizaba, sin ni siquiera mirar hacia ella, contestó a su hermana:
-Hermanita, dejemos a cada cual cargar con su fe,ya es una carga pesada en demasía para andarnos con matices,¿no crees?.
-No sé porque me molesto siquiera en hablar contigo- profirio la dama con aire indignado, para acto seguido darle un largo sorbo a su ya tibia taza de chocolate.
-Porque me quieres hermanita, porque me quieres- dijo mostrando sus alineados y niveos dientes.
Ni la ingestión que daba fin a su taza de chocolate, calmó el airado estado en que se hallaba aquella mujer que había empleado su ya lejana juventud, incluso rechazando la pretensión de un guapo mozo valverdeño que, desengañado, embarcó rumbo a Filipinas para gestionar determinados embarques de tabaco, consignados al Marqués de Comillas, en la Península, no dudó a la muerte de su madre, en renunciar a la posible felicidad personal para dedicarse al hermano, algo menor, que ahora le hacía un comentario nada digerible para su acendrada fé Católica Romana.
¡No¡. Imposible acallar lo que era el deber de una asidua devota que asistía, diariamente, a la Parroquia de la Asunción de la muy Real Zalamea, para recibir la Sagrada Comunión, portando voluminoso Misal, rosario de doradas cuentas y tocada con clásica mantilla española de finísima blonda, ella que, invariablemente, postrada ante la imagen de San Vicente, durante horas, pedía protección para las cosechas y ganados de la hacienda y, al salir, la esperaban, pacientemente, tres o cuatro indigentes en cuyas manos depositaba la perra gorda de mugriento cobre, regresando con pía satisfacción al solariego caserón…!No se podía permitir un silencio cómplice¡ En consecuencia, de desabrida manera, espetó a su más que protegido hermano:
¿Cómo te atreves, ¡insensato¡ pensar que debemos dejar en paz a quienes no practican nuestra sacrosanta religión? ¡Ay¡. Suerte tienes, que nuestro querido padre (que Dios tenga en su gloria) no está aquí para escucharte. El, tan fiel a D. Carlos María Isidro y a su venerada causa, pisoteada por la Reina Cristina, esa napolitana casada morganáticamente con el guardia Muñoz, junto al infame Narváez y otros militares, tan adictos a la liberalota Isabel II …Pero, no te das cuenta, que con ese D. Hugo, llamado “el Mr. Matheson”, entrarán en estos pueblos, los P R O T E S T AN T E S, que es lo mismo que decir : “Adelante, Lucifer”…!Perdónalo, Dios mio¡
Tras la reconvención, al apocado jurista, le tintinearon sus quevedos sobre la encarnada nariz, permaneciendo en silenciosa meditación y viendo como la larga y parda falda de su hermana, se alejaba de la estancia….Le llamaban Don Hugo y la hermana no pudo saber gran cosa de él. Sólo que, a veces, le nombraban como Mr. Matheson y ella creía, debía ser un mote, semejante al que en Zalamea bautizaron a Ramón (El macaco).
El sirviente añadía que, tras observar su paso desde una "panilla" de la calle, algunos guardias municipales le saludaban respetuosos y otros funcionarios que con él se cruzaban, se descubrían con presteza.
Su negro atuendo del que sobresalía blanca camisa rematada en el cuello por anudado y sedoso pañuelo, sujeto con brillante alfiler, denotaban austera pero elegante presencia.
Aquella hermana, cordón umbilical que le conectaba con el mundo exterior, dió por finalizada su referencia, abriendo enormemente sus párpados para exclamar:
"Pero, fíjate, hermano: Aseguran que es !!PROTESTANTE¡¡ y hasta pretende abrir una Escuela para los niños de sus mineros"... No sé donde vamos a llegar...querido.
Tras esbozar una tímida sonrisa, con la voz tenue que le caracterizaba, sin ni siquiera mirar hacia ella, contestó a su hermana:
-Hermanita, dejemos a cada cual cargar con su fe,ya es una carga pesada en demasía para andarnos con matices,¿no crees?.
-No sé porque me molesto siquiera en hablar contigo- profirio la dama con aire indignado, para acto seguido darle un largo sorbo a su ya tibia taza de chocolate.
-Porque me quieres hermanita, porque me quieres- dijo mostrando sus alineados y niveos dientes.
Ni la ingestión que daba fin a su taza de chocolate, calmó el airado estado en que se hallaba aquella mujer que había empleado su ya lejana juventud, incluso rechazando la pretensión de un guapo mozo valverdeño que, desengañado, embarcó rumbo a Filipinas para gestionar determinados embarques de tabaco, consignados al Marqués de Comillas, en la Península, no dudó a la muerte de su madre, en renunciar a la posible felicidad personal para dedicarse al hermano, algo menor, que ahora le hacía un comentario nada digerible para su acendrada fé Católica Romana.
¡No¡. Imposible acallar lo que era el deber de una asidua devota que asistía, diariamente, a la Parroquia de la Asunción de la muy Real Zalamea, para recibir la Sagrada Comunión, portando voluminoso Misal, rosario de doradas cuentas y tocada con clásica mantilla española de finísima blonda, ella que, invariablemente, postrada ante la imagen de San Vicente, durante horas, pedía protección para las cosechas y ganados de la hacienda y, al salir, la esperaban, pacientemente, tres o cuatro indigentes en cuyas manos depositaba la perra gorda de mugriento cobre, regresando con pía satisfacción al solariego caserón…!No se podía permitir un silencio cómplice¡ En consecuencia, de desabrida manera, espetó a su más que protegido hermano:
¿Cómo te atreves, ¡insensato¡ pensar que debemos dejar en paz a quienes no practican nuestra sacrosanta religión? ¡Ay¡. Suerte tienes, que nuestro querido padre (que Dios tenga en su gloria) no está aquí para escucharte. El, tan fiel a D. Carlos María Isidro y a su venerada causa, pisoteada por la Reina Cristina, esa napolitana casada morganáticamente con el guardia Muñoz, junto al infame Narváez y otros militares, tan adictos a la liberalota Isabel II …Pero, no te das cuenta, que con ese D. Hugo, llamado “el Mr. Matheson”, entrarán en estos pueblos, los P R O T E S T AN T E S, que es lo mismo que decir : “Adelante, Lucifer”…!Perdónalo, Dios mio¡
Imagen: anamariarey.blogspot.com
Espero y confío no haberos molestado con esta decisión pero me ha parecido divertido y, sobre todo, necesario seguir la vida de este conde y su familia con vuestras aportaciones.
ResponderEliminarMuchísimas gracias de corazón.
Esta vida es de todos. ¡Seguimos!
Su prolongada meditación, le hizo recordar el añorado tiempo de su niñez, pasada con los hijos de aparceros de su abuelo, el conde de Riotinto, y hasta tuvo la sensación de que sus manos percibían el frescor del charco donde atrapó, él solo, la primera rana de las muchas que durante su alegre niñez cazó.
ResponderEliminarSe agolpaban sus recuerdos de forma tan atropellada que le era difícil ordenarlos cronológicamente, pero entre ellos, aparecía con nitidez, el brillante pelambre de su inolvidable “Data”, precioso ejemplar de pastor alemán que después de ver como paría 5 cachorros, pasadas unas horas, le siguió desde la solariega casona hasta el distante encinar, sin descuidar, lealmente, la infantil custodia.
Fue toda una experiencia que culminó ese día, con el abatimiento de hermosa tórtola, valiéndose de su tirachinas.
Reclinado en cómodo sillón de enea dejó, indolentemente, su muy ojeado tratado de Geografía para solazarse en otros sucesos, no vividos por él, pero que minuciosamente le había relatado su abuelo y tan a mal había llevado su padre.
Le describía como aquel no tan lejano día 24 de Noviembre de 1843, era jurada desde el balcón del Ayuntamiento de Zalamea, por los munícipes del lugar, la Reina Dª Isabel II, que cumplía 13 años.
En el solemne acto, la Casa Consistorial fue adornada con colgaduras que, artísticamente, rodeaban el retrato de la nueva soberana para público conocimiento.
Ya a las 8 de la mañana se dio principio a un repique general de campanas que no concluiría hasta la referida proclamación, jura y demás función de Iglesia.
Seguía la iluminación, durante tres noches seguidas, desde el Rosario hasta las Animas, continuando el retrato de S.M. en el balcón antes dicho y, a cuyo frente se hicieron descargas de fusilería, por la Milicia Nacional, a las órdenes del Comandante de Armas y después, baile público, en las puertas de la repetida Casa Consistorial (siempre que el tiempo lo permitiese) y, si no en el pósito de la Villa.
Se convocó a todos los vecinos, igual que a los Srs. Vicario Eccº y Curas Párrocos del término para asistir a la misa y Tedeum por el juramento de fidelidad a la Reina Constitucional. Todo ello quedó registrado por el notario Don M. Tatay Domínguez y fue comprobado por él mismo “señorito”, con ocasión de pasar por el Ayuntamiento del pueblo para examinar antiguos escritos de la compra de la Villa al Arzobispado de Sevilla.
Sin embargo, se iban apartando de su recurrente memoria, aquellas vivencias y eventos que, el mismo tiempo, se encargaba de ir difuminando, haciéndole ver que casi todo es mutable y, distintos sucesos estaban tomando fuerza, siendo ya auténtica actualidad……
La placidez producida, evocando pasados tiempos, se vio súbitamente interrumpida por dos motivos muy distintos entre sí.
ResponderEliminarEn la espaciosa sala en que se hallaba, ventilada con amplios balcones que proporcionaban intensa y natural luz, irrumpió con violencia una ventisca muy propia de finales del otoño de 1880 que estaba a punto de finalizar, haciéndose acompañar por desagradable olor, no siendo la primera vez que se percibía, derivado de la combustión de minerales procedente de las, relativamente cercanas, minas de Rio Tinto.
El ataque de éste último, a las vías respiratorias superiores, se hicieron notar con rapidez, según fueron manifestadas en la persistente tos del “señorito”.Con presteza y similares síntomas físicos, penetró la hermana en la estancia, dirigiéndose a prisa y, sin poder pronunciar palabra alguna, hacia la balconada procediendo a su cierre.
Llevóse blanco pañuelo a la boca y, tras ingerir agua de la ovalada botella de cristal, con vaso, que siempre estaba colocada sobre la mesa camilla, algo más calmada, comenzó su enésima diatriba dedicada a su hermano:
“Te lo vengo diciendo, hace tiempo. El abuelo nos contó como estos humos, en tiempos en los que el catalán Marqués de Remisa, tenía el contrato de la Mina, esquilmó nuestros campos y demás aledaños, de madera y vegetación de toda clase para hacer, ¡mucho menos¡ que lo que están haciendo esos extranjeros que dicen pertenecer a una Compañía, que no es precisamente la Santa con la que tantos devotos cuenta en Galicia, ya que estos otros que tan extraña lengua tienen, mantienen más fuegos que el antiguo Marqués.
Tu sabes que Román, ese mozo de Aroche que contratamos para que fuese a vender la leche de nuestras cabras a Rio Tinto y que, por su fidelidad, el Capataz le confió las mejores mulas de los establos, se entera de muchas cosas allí. ¡Pues, mira por donde¡ Lo último que me ha comentado es que ese, …-como se llama,… no caigo- ¡Ah, sí¡ El Mr. Matheson, ¡Protestante, por detrás y por delante¡ (Se santiguó, mirando a lo alto) le ha dejado encargado a uno de sus compinches –que allí le dicen Director- un tal, Prebble, ¡!Fíjate que nombre, tan poco cristiano¡¡ para que aumente los montones de mineral, a ver si así nos mata a tos.
Eso para que te convenzas de lo que te decía sobre las artimañas de Lucifer. ¡Ya está, pero que muy bien instalado y con una corte de sirvientes que, para hacernos más daño aún, le dan a nuestros labriegos dos reales por encima de los 5 que ganan con nosotros, si quieren trabajar para ellos.”-“!!Tenemos que hacer algo y, pronto, querido¡¡”
Esta hermana mia, pensó en ese justo instante el divagante conde, siempre tan mundana, si supiera que todo se me antoja tan indiferente, insípido, sin interés ni apetencia.Nada, nada, nada, todo me sobra, el aire, el alimento...la propia vida.
ResponderEliminarMi alma ya no me empuja a loables empresas, me falta el ánimo, el interés, las ganas, las fuerzas.
Atrás quedaron esos años mozos en los que mi ser traspiraba energía, vitalidad, arrojo.
Todo me sobra, todo, sólo los recuerdo parecen llenar mi maltrecho espíritu...
Ella, ella, sólo ella, tan sólo ella, la que reside en mí a pesar de su prolongada ausencia, la que llena mis noches y mis dias.Ella...
Ajena a los pensamientos y divagaciones del semi-ausente hermano, ella persistía en toda ocasión, enumerando las vicisitudes que estaban atravesando y que constituían amenaza para ellos y, por ende, al patrimonio heredado.
ResponderEliminarAnte la inhibición del “señorito”, desde el Capataz de la hacienda hasta el último gañán rendiánle cuentas a la que llamaban “ama” y en quien recaía el peso y administración de los cuantiosos bienes raices.
Últimamente se evidenciaba su preocupación por el incesante goteo de labradores que cambiaban el trabajo en las tierras para buscar otro en la Mina, mejor pagado, que el percibido en aquellas.
Le acongojaban y, hasta alarmaban, las diarias noticias que llegaban de la aridez de los campos debido a las funestas consecuencias de los humos sulfurosos, el deterioro observado en encinares y frutales, carencia de pastos para el ganado y finalmente con la pérdida de colmenas en Berrocal. Pocas soluciones esperaba conseguir de un hermano que se había auto impuesto una reclusión de la que nada ni nadie acertaba sacarle.
En esta situación, los últimos braceros contratados, en lejanos cortijos de la propiedad que sólo sabían de su existencia pero al que nunca veían, hacían conjeturas acerca de su misterioso comportamiento. Unos lo atribuían a prematura viudez, otros a un imposible amor, en tanto los que se tenían por más avispados, lo achacaban al sorprendente abandono de una bella esposa, subyugada por un aventurero carente de fortuna…..
Que bueno, que buenoooooooooo.
ResponderEliminarFelicidades a todos y no aburrirse.
Has creado a un monstruo, Juanma, jomioooooo.
¡Y me hace muy feliz amigo! No sabes como me estoy divirtiendo.
ResponderEliminarUn millón de gracias a los que ya son autores del conde y a todos aquellos que quieran serlo.
Seguimos.