13 de octubre de 2009

El conde (VIII)

Conformada con arreglo a patrones o ejemplos anteriormente citados, las Minas progresaban en sus trabajos y consiguientes cambios sociales, estos últimos generados por la natural actividad de la explotación que la situaba en una dinámica hasta entonces desconocida.

La foránea Compañía tenía que crear, no por altruismo, si no por exigencias de las labores mineras y consiguiente buena marcha del negocio, diversas infraestructuras y servicios pero, inevitablemente, supeditadas a éste.

Un frío y calculado pragmatismo se impuso, no sólo en el ámbito laboral, también extendido al resto de las actividades de la comunidad de cualquier procedencia, plagiando un calco similar al implantado en Inglaterra en los años de su dura revolución industrial.

Artilugios de vital importancia, fueron los relojes de pared. Importados, como casi todo, desde las Islas Británicas, se instalaron en las diferentes estaciones del ferrocarril y demás departamentos que se iban abriendo, mostrando con sus grandes dimensiones, un horario inflexible que, sin excusa ni pretexto, sería de obligado cumplimiento; Cuadros de marchas de trenes, entradas y salidas de los distintos trabajos, eran marcados por sus metálicas manecillas.

Espectaculares llegarían a ser los avances en sanidad y enseñanza, aspectos que trataremos más detenidamente. Sin embargo, serían inseparables de ciertos “progresos” otras facetas negativas, en connivencia con el sistema que, independientemente, tocaremos próximamente.

A la vez que se consolidaba el indiscutido poder económico de la Compañía y su influencia, como mayor contribuyente de la provincia de Huelva, se entretejían en altas esferas del Gobierno de España (Madrid) y el Consejo de Administración (Londres) intereses, bien de tipo económico, bien de carácter social, dirimidos ó encauzados por representantes de dichos estamentos.
A tal fin y por su parte, el Consejo de Londres, siempre se ocupó de que sus propios intereses estuviesen defendidos, en cualquier época, por cualificados Senadores o Diputados, muy parecido a lo que actualmente denominaríamos, como “lobby”.

Tal cometido, en los primeros años le fue encomendado a D. Daniel Carballo Cousido de quien quedó documentado su nacimiento en La Coruña, el 18.3.1824, ganando la circunscripción de Santa María de Ortigueira con un montante de votos de 1086 sobre un censo total de 1225 electores, el 2.5.1879. En pago de sus servicios la Compañía le pasaba honorarios por ₤1200/año más ₤101 para gastos de oficina. Honorarios estimados como espléndidos y ajenos a los que por su cargo como Senador le correspondiesen…..

(Cita concordante con este último apunte: “Nada hay de nuevo bajo el sol”.- Ec. 1,9)

Deteniéndonos en la panorámica descrita anteriormente, no es difícil imaginar la situación a la que debía encararse Alicia, cuando a mediados del año 1881 se constataba el aumento intensivo de los perniciosos humos que se cernían sobre amplia zona que afectaba a la cuenca minera, cercana sierra de Aracena y algunos términos municipales de territorio sevillano.

Agobiada e impotente, al igual que la media docena de altivos terratenientes y otra significativa cantidad de modestos propietarios de fincas rústicas, que ya habían sido obligados a adoptar unas condiciones de forzosa expropiación, en unos casos, ante la necesaria construcción y paso del ferrocarril por sus pagos y, en otros, por la desertización de las tierras e imposibilidad, por tanto, de trabajarlas.

Las súplicas dirigidas, de manera personal, al Arzobispo de Sevilla y concurriendo, de la misma forma, a las audiencias concedidas por el Gobernador de la Provincia, habían sido infructuosas

Hacía meses que el Capataz de la hacienda venía informando al “ama” de cómo abandonaban los caseríos, tierras de labranza y fincas los arrendatarios, muchos de los cuales habían permanecido en ellas, trabajándolas por generaciones, pero hartos de una subsistencia mezquina, nulas cosechas y demás contrariedades, decidían marchar a la Mina para conseguir mejorar su nivel de vida.

Era la creencia general del campesinado que, a su vez, ocultaba la cara y cruz ó, cruz y cara, de una “clase” que había soportado estoicamente, al clásico “señorito”, continuador de inveterados privilegios cuyas raíces se hundían en la nobleza del llamado “Antiguo Régimen” tan sostenidos por la monarquía Borbónica, mutando, en el devenir del tiempo, en el clásico cacique decimonónico, figura que obviaremos, al suponerle generalizado conocimiento.

Comprensible, el desasosiego, en particular por la hermana de “nuestro señorito” que no sólo sentía flaquear su voluntad de enfrentarse a un poder, difuso pero real, cuya cabeza visible radicaba en el Director de la Mina, pero al intentar una hipotética entrevista, se excusaba con el escaso dominio del castellano, derivándolas al Sr. Parejo…..Entonces; ¿A qué instancias recurrir?
Envuelta en negro mantón de lana, rematado de gruesos flecos, manejable en su liviano peso, Alicia, apuraba su segunda taza de chocolate en la fría mañana otoñal, junto a la chimenea de estilo castellano, donde se consumían grandes trozos de resecas encinas

Conocedora, por el Secretario del Ayuntamiento de Zalamea, de una Ley. ó algo parecido, que se había publicado en esa Gaceta de Madrid, (-donde tantas tropelías, decía, se publicaban-) y la cual le afectaba, recordó cómo dicho funcionario le facilitó recorte de aquel “engendro” que ella guardaba en su cómoda.

A su pesar, para dar crédito a lo increíble, decidió ir en su busca y releerlo. Una vez en sus manos, lo repasó con tales muestras de incontrolada ira que la cara tornóse en puro mapa de colores. Trató de calmarse y comenzó:

-PROYECTO DE LEY-

“Se adjudican definitivamente en venta a las minas de Rio Tinto a los Sres. William Edward Quentell, Ernest H, Taylor y Enrique Doechst por sí y en representación de la casa Matheson y Co., de Londres, por la suma de Ptas.- 92.800.000, al tenor de la proposición garantida con el previo depósito y aceptada por el Gobierno, en los términos que previenen las leyes de 25 de junio de 1870, 26 de Diciembre de 1872 y el anuncio oficial de 4 de Enero del presente año.

Se autoriza al Gobierno para la concesión a los compradores de las minas de Rio Tinto, a los Sres, antes dichos, por sí y en representación de Matheson y Co., de un ferro-carril que desde aquellas vaya al puerto de Huelva, declarándolo de utilidad pública, pero sin subvención ni auxilio por parte del Estado, y con sujeción a la ley y reglamentos de ferro-carriles.

Madrid, 14 de Febrero de 1873
EL MINISTRO DE HACIENDA
José Echegaray

2 comentarios:

  1. No podríamos enmarcar a Alicia en el estereotipo de mujer paradigma de las clases adineradas del siglo XIX , si bien, no siendo totalmente coincidente con ese reducido círculo, su mentalidad tampoco estaba alejada de él.

    Así que, tras la lectura de la adjudicación de las minas de Rio Tinto al grupo extranjero, su inquina se centró en el Ministro de Hacienda de aquella nefasta 1ª República al que conceptuaba como imperdonable vende-patria, el cual, de por sí y sin razón alguna, enajenó importante trozo de la nación española, disponiendo de ésta como de cortijo propio y, tratados sus habitantes, como ganado apto para feria.

    En su propio escalafón de la animadversión, no mejoraba posición el lugar designado al Gobierno de la Restauración.
    Echaba pestes del joven Rey, Alfonso XII, de quien se decía visitaría las Minas en el próximo 1882. La noticia se la debía a Román, el gañán de su granja que diariamente iba a vender la leche a la Mina…

    ¡Ay¡,,,Aquel mocetón de Aroche, tan fiel a la casa, con aquella fortaleza para dominar a las mulas, atento cumplidor de las mínimas indicaciones del “ama” que, al hablar con ella, parecía acariciar con sus chispeantes ojos la entera anatomía de la mujer, desde la altiva frente, deteniéndola pausadamente sobre sus pechos y, deslizándola hasta recrearse, incluso, en los pies.
    Cuando de este modo conversaba con él, desde la distancia de “clase” y edad, que a sus 32 años contaba, sólo se le ocurría pensar que aquella manera de mirarla y hablar del asalariado, 6 años más joven, se debían a su “escasa educación e inferior condición social” aunque íntimamente, reservaba para sí misma, un sentimiento de femenina complacencia.
    ¡Dios mio¡.!Dios mio¡ Exclamaba: ¿Sería cierto que el mismísimo soberano de la Católica España. vendría a Rio Tinto a con temporalizar con extranjeros !! PROTESTANTES¡¡?

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  2. Importante novedad dejaba 1881 al ser sustituido el romántico alumbrado de gas, por el más moderno eléctrico, que comenzaba a implantarse en algunas capitales de España.
    En tanto languidecía el citado año, cedía paso al que se intuía como precursor de un gran evento para Rio Tinto.

    Román estaba en lo cierto. Pero nadie sabía cómo llegó el rumor a la Mina que, a pesar del sigilo estatal, circulaba en altas esferas de Madrid habiéndose participado, vía telegráfica, investido de noticia oficial, a la Compañía de Rio Tinto, en Londres.
    Nunca se supo si fue filtración del periódico “Correo de Huelva” (Su Director, D. Braulio Santamaría, persona muy próxima a la RTCL, llegaría a ser, posteriormente, Diputado Provincial ) o, tal vez, del rotativo “La Provincia” tan afín a la misma Compañía. En todo caso, la evidencia se dedujo en el pueblo al observarse el preparativo de nuevo alumbrado del que se estaba dotando al establecimiento minero, amén de los extraordinarios acondicionamientos en coches especiales del ferrocarril y encargos de manjares en Huelva y Sevilla.

    Difícil ocultar intercambios telefónicos ó telegráficos entre D. Ceferino Parejo, Representante de la Compañía, en Huelva y el Director en la Mina, Mr. Preebble, pues ambos sistemas de comunicación eran manejados por empleados, no siempre discretos en su labor.
    De cualquier forma, no se podía diferir hacer público el acontecimiento y, así, era un hecho, en la última semana de Febrero que, S.M. el Rey, visitaría Rio Tinto el 2 de Marzo, si no surgían contratiempos.
    De la población se esperaba mostrase sólo adhesión y respeto al regio huésped y ….ya la Compañía, sin regatear “sacrificios pecuniarios”, se ocuparía de todo….

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