30 de noviembre de 2009

El conde (XII)

Autor: un gran amigo.


El Rey y su staff estaban encantados. Él hizo completas preguntas y tomó un inteligente interés en todo asunto. Yo contestaba. Él preguntaba: “Vd. es el Jefe de este negocio: ¿Qué posición ocupa Mr. Doestch? ¿Cuántos Directores hay? ¿Cual es el capital de la Compañía? ¿Qué beneficio pagará Vd. a sus accionistas? Etc, etc.”.


Pasaban las dos de la mañana, antes de nuestro regreso.

La habitación que yo había destinado para mí mismo, próxima al comedor, había sido apropiada por el servicio, así fui a dormir a casa de Mr. Carlyle, teniendo una confortable noche y volviendo a las 7,30 para ver todo listo y comenzar la visita a los trabajos.”

(Matheson describe el recorrido por el campo industrial, para seguir)

“Conseguimos una bonita vista, caminando entre montones de minerales ardiendo, visitando después los trabajos de cementación, las nuevas casas de Bella Vista para el staff, los trabajos en pozos, bombas, etc. Cada tonelada extraída aquí es de buena calidad y se destina a embarque para Inglaterra, sin ninguna selección, como es absolutamente necesario en otras partes. Hay una abundante maquinaria aquí que produjo gran impresión. Continuamos nuestro paseo por la veta norte, hacia el nivel alto, lo cual evitó pasar por la combustión de las teleras, pues era la más directa ruta. En este camino ellos vieron todo sobre ellas, desde el punto desde donde una buena vista del lugar se obtiene”.


"El Rey expresó el deseo de ver las casas de la Compañía para las gentes, yo me adelanté a pié, cerca de las tumbas romanas que tú recuerdas y, le mostré un pueblo donde en él se levantan en dos o tres calles y son ocupadas rápidamente. S.M. entró en dos de las casitas y estaba muy complacido con ellas. Constan de 3 habitaciones. Conversó con los ocupantes por algún tiempo, preguntándoles todo acerca de su trabajo, sus circunstancias, etc. inteligentemente y con gran tacto.


Antes de abandonar las minas, deseó le fuesen abonadas £5 a cada una de las familias que él visitó.



Esto completó nuestro programa encontrándonos de vuelta con una magnífica comida. La multitud del lugar, con gran entusiasmo gritaba a intervalos: ¡Viva el Rey!


Una pobre mujer se arrodilló frente a él para hacerle una petición sobre algo. Inmediatamente paró y oyó su historia, diciéndole una palabra amable que fue, probablemente, la concesión del beneficio. Después del almuerzo el Rey y acompañamiento, camino del ferrocarril, fueron a la Iglesia para rezar. Yo permanecí fuera para mantener el orden y estar listo para acompañar a S.M. Con la llegada a Huelva, vio en el muelle la carga de mineral que se estaba efectuando sobre el vapor “Valentia” completado con 1,700 Tons. El rápido sistema de carga por los trenes gustó mucho a S.M.

A las 7,30 Mr. Sundheim dio una gran cena al Rey y acompañantes. El Mayordomo de S.M., Conde de Sepúlveda (en la ocasión lo era D. Atanasio Oñate Salinas Soto y Gutierrez –Senador por Segovia-) organizó el orden a seguir por los huéspedes. Había 36 a la mesa, situando a la derecha del Rey a Mrs. Sundheim, a mí a su izquierda, Mr. Sundheim en la parte opuesta. El anciano Padre de Mrs. Sundheim, De la Cueva, en un especial asiento, como Secretario Honorario de la Reina Isabel.

Despu
és de las diez aproveché la oportunidad de que Carballo solicitaba permiso para retirarse y yo lo hice también .El Rey me estrechó la mano, calurosamente todo el tiempo, al decirme el placer que sentía por las atenciones recibidas y que le sería grato verme de nuevo.


Aunque nosotros no hablásemos mucho, juntos, él dijo a su venerable mayordomo, Conde de Sepúlveda, cuánto le había afectado mi cuidadosa atención, dirigiendo los movimientos de nuestros oficiales, dando instrucciones cuando fueron requeridas y constantemente atendiendo que todo estuviese correcto. Me envió un mensaje particular de repetidas y amables expresiones.


Me fui a casa lleno de agradecimiento porque todo había estado marchando tan maravillosamente bien, siendo evidente que nosotros teníamos asegurada la amistad del Rey.


Olvido decir que pedí a un fotógrafo de Sevilla, tomase vistas de la visita real y, posamos ante su enorme aparato, en dos ocasiones: La primera, dijo, fracasó. Dudo si la segunda ha sido mejor, pero no se ha “oído” el resultado.

4 comentarios:

  1. Interesantísimo amigo, como siempre. Espero que no te canses y podamos disfrutar de esta historia. Dentro de la ficción inicial, esta realidad actual nos aporta unos conocimientos de la historia de Riotinto que, particularmente, veo como fundamental.

    Un abrazo.

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  2. Algún dia de estos, veré en alguna estanteria de algún populoso centro comercial un tochito con una portada estupenda de colores rojizos y cual será mi sorpresa al leer "El conde", de un tal Anónimo.Entonces me sentiré afortunada, porque yo ví como nacía, crecía y se multiplicaba la historia,mucho antes que el gran público.
    Y como no, con ánimo de molestar y haciendo honor a mi fama de destrozafinales, gritaré a los cuatro vientos"Bruce willis está mueeeeeeerto" JAJAJA.

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  3. Como seguidora de esa historia de "El conde" que tu has visto nacer, no entiendo eso de que "Bruce willis está mueeeerto".¿Qué significado tiene? Mi novio y yo te lo agradeceremos.

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  4. Pues bien parejita, ¿vieron ustedes el sexto sentido?, si, esa peli en la que salía ese actor calvito, si justo, pues ese era Bruce Willis, lo demás claro lo deducirán al instante.
    El comentario, quizás demasiado enrevesado, venía a decir que sólo los que han logrado toparse con esta página,conseguirán, algún día discernir el final del personaje, si es que existe tal final.Un final, que humorísticamente hablando, yo pretendia desvelar a los no-seguidores del blog, humoristicamente reitero, ya que ellos desconocerían la existencia de ese universo que poco a poco se está gestando.
    Espero haber disipado sus dudas

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