31 de diciembre de 2009

Año que se va, año que comienza

Autora: María Márquez Gento.


Querido año nuevo, no te conozco de nada y no quiero que ya de antemano me tomes por una pedigüeña, pero para ir avisándote con tiempo, estos son los deseos y propósitos que me gustaría me ayudases a cumplir o realizar a lo largo de tu mandato:


Pido Amor para interpretar al mundo.


Serenidad y templanza para resolver los quehaceres y entresijos del día a día.


Fuerza para emprender mis nuevos proyectos, para encontrar mi sino y valor para afrontarlo.


Tolerancia y empatía para ocupar siempre el lugar del otro y ver lo que le mueve y paraliza.


Honestidad para afrontar los dictados de mi corazón y mis entrañas y vivir y actuar de acuerdo a ellos.


Humildad para reconocer mis errores y tratar de enmendarlos.


Fe para creer en la humanidad, para creer que no todo en lo humano es caduco y bazofia, que al Hombre aún le queda la esperanza para echar la vista atrás, rebuscar en el baúl desastrado de los tiempos y resarcirse de sus errores, eliminando todo lo superfluo que lo adornan a la vez que lo debilita.


Pido formar parte de este entramado, de este teatro y ocupar mi lugar. Exponer mi postura alta y claramente, sin temor a no ser valorada, sin miedo a que mi voz se québre y tan sólo salga de mi garganta un graznido atávico y salvaje, competitivo y brutal.


Pido que se me disuelvan los miedos e inseguridades para poder entregarme al mundo.


Pido claridad mental para expresar este universo mental, granado y plural, que necesita ser compartido con los de mi especie.


Pido constancia para seguir aprendiendo, buscando y desechando.


Pido la fuerza precisa en mí día a día para seguir creando y creándome.

Pido firmeza para dar buena cuenta de todos mis propósitos y tener el buen tino de acabarlos sin perezas ni dudas.


Pido amor propio. MUCHO, tanto que mi ego, gordo de mí, rollizo y orondo, reviente en millones de risotadas que se expandan por el mundo y haga cosquillas en el alma del de enfrente, del de al lado, del de delante y de de atrás.


Pido luz interior, para discernir claramente, los atajos y las pequeñas o grandes señales que me señalan el “camino de baldosas amarillas”, que me conducirá al principio y al fin de mi misma.


Pido paciencia para escuchar todas las posturas, todos los diálogos, todas las posiciones y teorías, y una vez oídas y digeridas aportar la mía propia, argumentada, firme y original.


Pido tiempo para elaborar mi discurso y silencio para discernir lo que viene de dentro y lo que viene de fuera.


Pido palabras para que formen el canal que me haga expulsar mis paraísos e infiernos interiores.


Pido sujetos, gentes, personas que se me entreguen desde el corazón, desde las mismas entrañas, con sinceridad y fidelidad. Gente que me hagan sentir más plena, más realizada, que me complementen, que me hagan amar y ser amada, que me acompañen en mi camino y acompañarlos yo en el suyo, que me apoyen, me corrijan, que me ayuden a superarme día a día, que me hagan más grande. Gentes que serán recompensadas con mi amor eterno por su entrega desinteresada.


Pido lejanía para aquellos que me ciegan, que me cortan el paso, que me sumen en soledades e inseguridades sin treguas, que me hacen desconfiar del mundo. Gente negra que distorsionan la realidad grata y apacible, que visten de tragedia y de juicios sin perspectivas, disimulando en todo momento su gangrena interior y su desconfianza en la gracia y belleza del universo desprovisto de dudas y ataviado de certezas. Un universo dónde sólo los que encuentran su centro, su verdadera naturaleza y confían en él, pueden un día alcanzar a atisbar allá a lo lejos esos retazos de felicidad dónde todo está fabricado con un único material; LA VERDAD. La verdad desnuda y sin arquitecto que la edifique y adultere.


Pido en fin, que mis deseos se hagan extensibles a toda la humanidad, porque todo lo que me hiere me suma a ellos y lo que amo me acerca más aún a ellos.


Y sobre todo pido SALUD y ENERGÍA VITAL, ya que ahora que se, que no puedo cambiar al mundo, al menos pueda reponer o reparar el pedazo que me corresponde.


Querido año, tómate tu tiempo, no me lo entregues todo de sopetón porque no voy a ser capaz de asimilarlo, poco a poco, en la medida que veas que me lo estoy mereciendo y por favor si algún día de los venideros ves que estoy derrochando mis horas, házmelo sentir, haz que mi corazón lata tan veloz como tu paso.


TUYA, SIEMPRE.


QUE EL AÑO NUEVO TRAIGA DICHA Y CONSUELO A AQUELLOS QUE LA BUSCAN CON AHÍNCO.



¡FELIZ 2010!

2 comentarios:

  1. ¡Feliz año a todos! Espero que este lleno de alegrías.

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  2. María hay que ver eh??? cómo escribes!! no dejes de hacerlo por favor... Suscribo lo que dices pero me quedo con este párrafo que falta hace:
    "Tolerancia y empatía para ocupar siempre el lugar del otro y ver lo que le mueve y paraliza.
    Honestidad para afrontar los dictados de mi corazón y mis entrañas y vivir y actuar de acuerdo a ellos.
    Humildad para reconocer mis errores y tratar de enmendarlos"
    ¡¡Feliz año!!

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