8 de enero de 2010

El conde (XVII)

Autor: un gran amigo.

No sólo de ese beneficio disfrutan es que, además, mi “amo” Mr. Prebble, le había dicho al coronel, la intención de la Compañía de abrir Almacenes donde sus trabajadores, a precios reducidos, pudiesen obtener desde aguardiente, tabaco, tocino, patatas, bacalao, zarzaparrilla, etc. Es decir, lo más frecuente y sano para el consumo de sus obreros.

Las buenísimas intenciones de la Compañía no paran ahí, pues ya está en fase de construcción un gran Hospital en el Alto de la Mesa, para atender prioritariamente, a los trabajadores que, desgraciadamente, por sus escasas precauciones en los tajos, se lesionan, dando lugar a frecuentes amputaciones de brazos y piernas ó con fuertes traumatismos craneales, que aún intentando remediarlos, sin conseguirlo, son conducidos al cercano Cementerio tras la autopsia, distante unos 200 metros.

Ni aún en ese triste momento, la Compañía se desentiende del desgraciado obrero y facilita un sólido ataúd de pino construido a sus expensas en taller propio. ¡Todo un humanitario ejemplo!

En tanto llegará de Huelva el Dr. John Sutherland Mackay (no sé si habrá que llamarle en cristiano, D. Yon ó D. Juan, ya nos lo dirán) está haciendo trabajos para la Compañía de ese cometido, D. Jesús Alonso López, que como sabéis, es oriundo de Alajar y Diputado Provincial, al cual lo que mejor se le dan son las cacerías”.

Pero el criado parlanchín, Señora, puso término a su prolongado monólogo, al apreciar que el “engrase” de su lengua finalizaba y, ante la evidencia de que la invitación a nueva manguara no se producía, se despidió de la concurrencia con la frase: “Good bye”, que todos interpretaron como un camuflado insulto, posiblemente aprendido en la casa donde prestaba sus servicios. De todas maneras, la concurrencia siguió “zugando” aguardiente y sólo el más viejo de ellos añadió, con desgana: “El jodio Raspín, sabe más que Brian”

En tanto Román transmitía lo que antecede a Alicia de forma respetuosa, aunque un tanto relajada, espaciaba la conversación que, por otra parte, con estudiada e ilimitada paciencia era escuchada por el “ama” de la heredad.

Si bien ésta era todo oídos, aprovechaba para recrearse en el examen de la varonil anatomía del joven arocheno y, a la vez, se complacía de contar entre su servicio con un mozo que reunía la dualidad de leal empleado y confidente. En tales ocasiones, ella no podía remotamente imaginar que, la reciprocidad de observación física, por parte de él, era mucho más incisiva y hasta sus ojos eran taladrados por los de Román con el incontenible deseo de escudriñar su más recóndito interior.

El resumen de esas referencias, junto a otras de similar contenido, escuchadas de asiduas asistentes a la diaria misa, terminó de confirmarla en la creencia de que había sobrevenido a toda la zona un demoníaco e irresistible poder, imposible de parar y, el cual, era evidente encontró en el mismo Trono y aledaños los más fieles seguidores de sus oscuros propósitos para subvertir el orden establecido, durante siglos, en aquella comarca. Su congoja y desánimo iban en aumento cuando, cada día se enteraba que el odiado Ente, llamado Compañía de Rio Tinto, representada por el abogado, D. Ceferino Parejo, se adueñaba de las fincas limítrofes que, dañadas por los humos producidos por las calcinaciones, indemnizaba a los arruinados propietarios con arreglo a dudosos peritajes.

Todo para ella era un cúmulo de incertidumbres que, inevitablemente, trasladaba a su hermano sin poder evitar aturdirle, aún sabiéndole inhibido para una satisfactoria determinación. Aún, en la situación que ya estaba perfilada, se resistía a asumir la pérdida de un poder económico y social heredado de aquél abuelo, patriarca recordado por algunos arrendatarios de las tierras y demás dependientes de los cuantiosos bienes raíces del viejo conde cuyos mínimos deseos habían prevalecido sobre aquellas sencillas gentes.

Convencida de la nula asistencia que podía esperar de su ensimismado hermano, tambaleante la fe en la ayuda divina, disminuida su antaña influencia en ámbitos de otrora presión, tristemente se consideraba, como barco batido por embravecidas aguas.

3 comentarios:

  1. Y esta historia que nació sin pretensiones, sigue creciendo, marcando su propio destino. Gracias amigo por esta historia que es nuestra historia.

    Un abrazo.

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  2. Aunque no hagamos comentarios, la estamos siguiendo... ¡ Que conste !

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  3. Muchas gracias Palomo.

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