Cambia el paisaje de tu ventana y los sonidos del día a día. Son distintas las prisas y las risas. Nada tiene que ver la espera de hoy con la de ayer porque esperas sentado a otra persona. O quizás te espera a tí de pie. Una espera que ahora no desespera.
¿Y el silencio? Es tranquilo, amigable, solidario, desconocido. El ruido también. Andan abrazados con un mapa en las manos porque el camino que siguen es deseado, pensado y organizado. Pero saben que encontrarán sorpresas que lo hacen más emocionante y atractivo.
Con las nuevas percepciones aumenta la responsabilidad y la inseguridad y con ellas la felicidad. ¿Dónde queda la razón aquí? Descansando al lado del inmovilismo quizás. Amigo del miedo que no ha podido contigo.
Que feliz era.
Todo ha cambiado. Nada es igual.
Que feliz es.
"Que importaba entonces el orden, las promesas, tu futuro si todo era fragancia de un naufragio, exceso de presente, vendimia de fricciones, disfraz de huésped para el dorso de lo oscuro"
"Biografía sin años" Antonio Lucas.
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