9 de junio de 2012

Las estrechas y terribles calles de la ciudad se iluminaban (I)

Comenzamos la segunda fase de nuestro juego de relatos. En esta ocasión tienen que contener la frase del título del post. El primero en permitirnos leer su relato es Rubén. Como siempre, fantástico. 

Autor: Rubén Remesal.

La explosión de aquel camión no interrumpió, ni inmutó la conversación de los dos indigentes:

- Ves polaco; lo ves idiota, ves a esa señora tan elegante que entra en el jaguar negro, ves ese montón de billetes caer del cielo, ves todos esos buitres recogiendo carroñas,..,¡Lo ves!...

-“Tienes razón, negrata, que le importará a ellos nuestra situación, que les ha importado a ellos , los años que llevamos durmiendo entre cartones y bebiendo esta botella de veneno, que solo nos sirve para soterrar nuestras desgraciadas vidas”. - Por cierto nunca me has hablado del primer día que dormiste en la calle.

-“Maldito borracho, otra vez quieres hurgar en mi mierda… soy un boina verde  y lo sabes bien”-gritó- “No debería dormir en el asfalto de este callejón ni un solo día de mi vida, debería poner mi sucio culo en los laureles de esta puta nación.”

Todo por una carta, una maldita carta que no llegó a su destino (se lamentaba el viejo vagabundo negro, de Melbourne). “No llores, negro, no era esa mi intención, yo no fui a esa guerra porque tenia solo nueve años”. Vivía cerca del puerto de Boston y tengo muy pocos recuerdos de esa época”.

Esa guerra nunca debió de existir, contestó.

Al  llegar a Melbourne, fui corriendo, corrí todo lo que pude, obligando a mis pulmones a soportar mas aire del que les permitían, corrí  por  las calles, mi esposa estaba en cinta, y según mis cálculos el bebé tendría tan solo seis meses.  Golpeé la puerta y  me abrió  una anciana.

“¡Y mi mujer!“ –grité. “¿Dónde esta mi mujer?”.

“La inquilina anterior ya no vive aquí, señor, se marchó  antes de acabar la guerra, no sabía que estaba casada, ella salió con sus maletas y un bebé en sus brazos.” –“¿Dónde iba, donde le dijo que iba?”.- no grite señor, no sé donde se dirigía esa señora , tan solo sé que susurraba; “no vendrá , es cierto lo que dicen, no vendrá”.

-¿Qué le dijeron negro? preguntó el joven vagabundo.

-No lo sé polaco, no se nada, solo sé que me engañaron, me engañó este país  de mentirosos, me prometieron estar en aquel infierno solo dos meses, y estuve un año y medio perdido sólo, entre arrozales, seguramente me dieron por muerto. Pero en ese año y medio logré hablar con mi sargento por radio al quinto mes y les dije que avisaran a mi familia que volvería.

Y jamás los vi. Todas las noches sueño con ellos, todas….por eso no me importa que llueva dinero en Manhatan, no me importa el frío, no me importa que se iluminen las estrechas y terribles calles de la ciudad porque explote el banco Central, no me importa nada muchacho.

Lo único que me importa es porque no llegó esa carta.


CONTINUARÁ……

4 comentarios:

  1. Sigo pensando por qué no le habrá llegado la carta. Estupendo Rubén. Muchas gracias por permitir disfrutar de tus relatos.

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  2. jajajaja...y original entrelazando las historias...un genio en el Banco Central de Manhatan!!!
    Luisma

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  3. Venga que estoy esperando el tuyo, loim, como has cogio la historia,jejejeje¡¡ Ruben.

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  4. jajajaja me está encantado la historia!!! por favor que continñue!!!! Manme

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