29 de febrero de 2016

De Andalucía

Estoy orgulloso de ser andaluz, pero no entiendo a muchos andaluces.

Estoy orgulloso de ser del sur, pero odio que copiemos lo peor del norte.

Estoy orgulloso de vivir en la periferia, pero me indigna que a Huelva la traten como periferia en Andalucía.

Estoy orgulloso de nuestro pasado pero no del presente.

Estoy orgulloso de nuestro patrimonio, pero ¡ay! qué poco se respeta.

Estoy orgulloso que tengamos salidas para todo, pero odio que se queden en la barra del bar.

Estoy orgulloso del tono, del volumen, del grito pero no que agachemos la cabeza cuando nos ordenan callar.

Estoy orgulloso del que se marcha para encontrar el futuro, pero no del que le obligó a dejar su tierra.

Estoy orgulloso del campesino, pero no entiendo las medallas a los terratenientes.

Estoy orgulloso del minero, pero dice mucho que tuviera que venir el británico
colonizador.

Estoy orgulloso de los maestros que se apasionan y de los alumnos que sueñan, pero no de los maestros que dejaron de soñar y de los alumnos que no se apasionan por el futuro que les viene.

Estoy orgulloso de nuestra cultura,  pero odio que aún perdure el "¡Vivan las caenas!".

Estoy orgulloso de nuestras tradiciones,  pero no respeto al que alimenta su ego en ellas.

Estoy orgulloso de nuestro arte, pero no del que vive en una feria.

Estoy orgulloso de nuestros caballos pero no de los señoritos que aún los montan.

Estoy orgulloso de los toros, sólo de ellos.

Estoy orgulloso de nuestra forma de hablar, pero me pregunto por qué se esconde en la televisión.

Estoy orgulloso de recortar las palabras, pero no escucho al que recorta el sentido de las palabras.

Estoy orgulloso de nuestro humor, pero me avergüenzo del que sólo vive en un chiste.

Estoy orgulloso de los andaluces que luchan pero odio a los que se venden.

Estoy orgulloso de los que saben vender lo nuestro, pero no respeto al que lo mal vende.

Estoy orgulloso de lo nuestro, pero no del chauvinismo barato.

Estoy orgulloso del himno andaluz, pero hay que seguir gritando: ¡Andaluces, levantaos!

Estoy orgulloso de Picasso, de Lorca, de Juan Ramón, de Camarón, de Velázquez, de los Pinzón, de Carlos Cano, de Paco de Lucía, de Sara Baras, de Alberti, de Mariana Pineda, de las marmolejeñas, de Isabel Luna, de Manuela Luna,  de Séneca, de las sirvientas de Cazalla de la Sierra, de Carolina Marín,  de Manuel Siurot, de Abd al-Ramhan III, de Juan Delgado, de Javier Perianes, de Félix Lunar o de Paco Alba, pero no siento ningún placer por compartir suelo con Miguel Primo de Rivera, Pedro Pacheco, Manuel Chávez, Julián Muñoz, Susana Díaz, Javier Arenas, la Duquesa de Alba, Moreno Bonilla, Díaz Trillo o Pedro Rodríguez.

Estoy orgulloso de la filósofa que piensa, del fontanero que enseña, de la madre que educa, de la hermana que protege, del hermano que pelea. Sin peros.

Estoy orgulloso de ser Andalucía, pero que pena que no entienda de fronteras.


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