24 de septiembre de 2009

El conde (III)

Autores: dos amigos.


Su prolongada meditación, le hizo recordar el añorado tiempo de su niñez, pasada con los hijos de aparceros de su abuelo, el conde de Riotinto, y hasta tuvo la sensación de que sus manos percibían el frescor del charco donde atrapó, él solo, la primera rana de las muchas que durante su alegre niñez cazó.

Se agolpaban sus recuerdos de forma tan atropellada que le era difícil ordenarlos cronológicamente, pero entre ellos, aparecía con nitidez, el brillante pelambre de su inolvidable “Data”, precioso ejemplar de pastor alemán que después de ver como paría 5 cachorros, pasadas unas horas, le siguió desde la solariega casona hasta el distante encinar, sin descuidar, lealmente, la infantil custodia.

Fue toda una experiencia que culminó ese día, con el abatimiento de hermosa tórtola, valiéndose de su tirachinas.

Reclinado en cómodo sillón de enea dejó, indolentemente, su muy ojeado tratado de Geografía para solazarse en otros sucesos, no vividos por él, pero que minuciosamente le había relatado su abuelo y tan a mal había llevado su padre.

Le describía como aquel no tan lejano día 24 de Noviembre de 1843, era jurada desde el balcón del Ayuntamiento de Zalamea, por los munícipes del lugar, la Reina Dª Isabel II, que cumplía 13 años.

En el solemne acto, la Casa Consistorial fue adornada con colgaduras que, artísticamente, rodeaban el retrato de la nueva soberana para público conocimiento.

Ya a las 8 de la mañana se dio principio a un repique general de campanas que no concluiría hasta la referida proclamación, jura y demás función de Iglesia.

Seguía la iluminación, durante tres noches seguidas, desde el Rosario hasta las Animas, continuando el retrato de S.M. en el balcón antes dicho y, a cuyo frente se hicieron descargas de fusilería, por la Milicia Nacional, a las órdenes del Comandante de Armas y después, baile público, en las puertas de la repetida Casa Consistorial (siempre que el tiempo lo permitiese) y, si no en el pósito de la Villa.

Se convocó a todos los vecinos, igual que a los Srs. Vicario Eccº y Curas Párrocos del término para asistir a la misa y Tedeum por el juramento de fidelidad a la Reina Constitucional. Todo ello quedó registrado por el notario Don M. Tatay Domínguez y fue comprobado por él mismo “señorito”, con ocasión de pasar por el Ayuntamiento del pueblo para examinar antiguos escritos de la compra de la Villa al Arzobispado de Sevilla.

Sin embargo, se iban apartando de su recurrente memoria, aquellas vivencias y eventos que, el mismo tiempo, se encargaba de ir difuminando, haciéndole ver que casi todo es mutable y, distintos sucesos estaban tomando fuerza, siendo ya auténtica actualidad……

La placidez producida, evocando pasados tiempos, se vio súbitamente interrumpida por dos motivos muy distintos entre sí.

En la espaciosa sala en que se hallaba, ventilada con amplios balcones que proporcionaban intensa y natural luz, irrumpió con violencia una ventisca muy propia de finales del otoño de 1880 que estaba a punto de finalizar, haciéndose acompañar por desagradable olor, no siendo la primera vez que se percibía, derivado de la combustión de minerales procedente de las, relativamente cercanas, minas de Rio Tinto.

El ataque de éste último, a las vías respiratorias superiores, se hicieron notar con rapidez, según fueron manifestadas en la persistente tos del “señorito”.Con presteza y similares síntomas físicos, penetró la hermana en la estancia, dirigiéndose a prisa y, sin poder pronunciar palabra alguna, hacia la balconada procediendo a su cierre.
Llevóse blanco pañuelo a la boca y, tras ingerir agua de la ovalada botella de cristal, con vaso, que siempre estaba colocada sobre la mesa camilla, algo más calmada, comenzó su enésima diatriba dedicada a su hermano:

“Te lo vengo diciendo, hace tiempo. El abuelo nos contó como estos humos, en tiempos en los que el catalán Marqués de Remisa, tenía el contrato de la Mina, esquilmó nuestros campos y demás aledaños, de madera y vegetación de toda clase para hacer, ¡mucho menos¡ que lo que están haciendo esos extranjeros que dicen pertenecer a una Compañía, que no es precisamente la Santa con la que tantos devotos cuenta en Galicia, ya que estos otros que tan extraña lengua tienen, mantienen más fuegos que el antiguo Marqués.

Tu sabes que Román, ese mozo de Aroche que contratamos para que fuese a vender la leche de nuestras cabras a Rio Tinto y que, por su fidelidad, el Capataz le confió las mejores mulas de los establos, se entera de muchas cosas allí. ¡Pues, mira por donde¡ Lo último que me ha comentado es que ese, …-como se llama,… no caigo- ¡Ah, sí¡ El Mr. Matheson, ¡Protestante, por detrás y por delante¡ (Se santiguó, mirando a lo alto) le ha dejado encargado a uno de sus compinches –que allí le dicen Director- un tal, Prebble, ¡!Fíjate que nombre, tan poco cristiano¡¡ para que aumente los montones de mineral, a ver si así nos mata a tos.

Eso para que te convenzas de lo que te decía sobre las artimañas de Lucifer. ¡Ya está, pero que muy bien instalado y con una corte de sirvientes que, para hacernos más daño aún, le dan a nuestros labriegos dos reales por encima de los 5 que ganan con nosotros, si quieren trabajar para ellos.”-“!!Tenemos que hacer algo y, pronto, querido¡¡”

Esta hermana mia, pensó en ese justo instante el divagante conde, siempre tan mundana, si supiera que todo se me antoja tan indiferente, insípido, sin interés ni apetencia.Nada, nada, nada, todo me sobra, el aire, el alimento...la propia vida.

Mi alma ya no me empuja a loables empresas, me falta el ánimo, el interés, las ganas, las fuerzas. Atrás quedaron esos años mozos en los que mi ser traspiraba energía, vitalidad, arrojo. Todo me sobra, todo, sólo los recuerdo parecen llenar mi maltrecho espíritu...

Ella, ella, sólo ella, tan sólo ella, la que reside en mí a pesar de su prolongada ausencia, la que llena mis noches y mis dias.Ella...

Ajena a los pensamientos y divagaciones del semi-ausente hermano, ella persistía en toda ocasión, enumerando las vicisitudes que estaban atravesando y que constituían amenaza para ellos y, por ende, al patrimonio heredado.

Ante la inhibición del “señorito”, desde el Capataz de la hacienda hasta el último gañán rendiánle cuentas a la que llamaban “ama” y en quien recaía el peso y administración de los cuantiosos bienes raices.

Últimamente se evidenciaba su preocupación por el incesante goteo de labradores que cambiaban el trabajo en las tierras para buscar otro en la Mina, mejor pagado, que el percibido en aquellas.

Le acongojaban y, hasta alarmaban, las diarias noticias que llegaban de la aridez de los campos debido a las funestas consecuencias de los humos sulfurosos, el deterioro observado en encinares y frutales, carencia de pastos para el ganado y finalmente con la pérdida de colmenas en Berrocal. Pocas soluciones esperaba conseguir de un hermano que se había auto impuesto una reclusión de la que nada ni nadie acertaba sacarle.

En esta situación, los últimos braceros contratados, en lejanos cortijos de la propiedad que sólo sabían de su existencia pero al que nunca veían, hacían conjeturas acerca de su misterioso comportamiento. Unos lo atribuían a prematura viudez, otros a un imposible amor, en tanto los que se tenían por más avispados, lo achacaban al sorprendente abandono de una bella esposa, subyugada por un aventurero carente de fortuna…..

10 comentarios:

  1. Volvió en sí por un instante y escuchando a su, eternamente preocupada hermana, centró su visión en su amada biblioteca. Recuerda las reflexiones que le provocaron sus lecturas sobre Al-Andalus con el filósofo conocido como Averroes y las poesías de Ibn Hazm a la cabeza:

    "Dejad de prender fuego a pergaminos y papeles,/
    y mostrad vuestra ciencia para que se vea quien es el que sabe./ Y es que aunque queméis el papel / nunca quemaréis lo que contiene,/
    puesto que en mi interior lo llevo,/
    viaja siempre conmigo cuando cabalgo,/
    conmigo duerme cuando descanso,/
    y en mi tumba será enterrado luego".

    -¡Basta! ¡Te lo ruego! Exclamó el conde justo en el momento que se levantaba de su confortable y personal sillón de enea. Es un nuevo reino de Taifa, es un nuevo de Taifa… balbuceaba dando vueltas por la amplia estancia. ¡Quizás aporte luz en este oscuro presente!

    - ¿Quién? ¿Cómo? ¿Dices que los PROTESTANTES son una bendición? Jesús, ayúdame con este descarriado hermano que no solo no lucha contra los traidores de nuestra Santa Madre Iglesia si no que, además, abraza las obras herejes que conseguimos derrotar. Decía ella, con una voz que le ahogaba justo en el momento que se santiguaba.

    No muy practicante soy, querida, pero si…

    ¿No mucho? Cortó secamente ella. ¿Desde cuándo no dejas entrar a nuestro santo sacerdote?

    ¡Ya sabes desde cuando! No atormentes mi alma con tan retorcida estupidez y permíteme que te pregunte si recuerdas la visita del Duque de Cádiz a esta casa y cuantos fueron los halagos que se le dispensaron. ¿Retienes también en tu devota mente las injuriosas palabras pronunciadas en esta casa al poco de marcharse el Duque? Si, no agaches la cabeza y hables en voz baja, así fuimos, así somos. Hoy son otros los poderosos y toman decisiones. ¿El abuelo consultó en alguna ocasión sus actos? Como yo, querida, sabes, sientes, que no todo fue bondad en esta casa.

    ¡Ay, mi loco hermano! ¿Cómo vas a…?

    No, por favor, rogó él. Estoy ya muy cansado y añoro mi soledad. Si no es menester, por favor márchate.

    Preocupada, obedeció, rogando a Dios que esta noche sí descansará y borrara de su alocada mente aquel, para ella, maldito 1865, año en la que la conoció.

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  2. ¡Claro que recordaba la estancia del Duque de Cádiz en la casa¡ La complacencia de su abuelo casi le costó terrible enfermedad al ferviente carlista que fue su padre. Así que cuando el que posteriormente llegaría a ser esposo de Isabel II, finalizó la visita a tan dividida familia, dejó patentizada, con gestos, su nula virilidad que, acompañada de atiplada voz , motivó comentarios peyorativos hacia el noble huésped, pero aparte de esto…..!Se imponía la realidad¡: Ambos hermanos poseían mentalidades disociadas.
    .
    Así, en tanto circulaban por los caseríos las murmuraciones, comentarios y chismes, de más o menos gusto acerca del introvertido “señorito”, el “ama” tomó la determinación, de mutuo propio, para hacer frente al asunto de los humos que ponían en cuestión, no sólo intereses económicos de labradores y ganaderos de amplia zona onubense, si no, además –y esto lo sentía de forma lacerante- terminaría con la influencia y prestigio de “su clase”.

    De manera que, informalmente, e intentando llevarlo a un terreno amistoso pero con fines exploratorios, concertó con la mediación de un amigo común, entrevistarse en Huelva, con el Representante de la “Rio Tinto Company Ltd”, (¡Dios¡ qué fatiguitas interiores le producía el odiado ente) Don Ceferino Parejo.
    Este abogado, había sido condiscípulo de su hermano en la Facultad sevillana de Derecho y estaba reputado en la Capital como letrado muy hábil, respaldado por la influencia y poder financiero de su representada, a la vez que, versado en todo tipo de entresijos y embrollos jurídicos de los que, lógicamente, se servía en casos de pleitos, para salir airoso.

    Celebróse pues la entrevista, en el despacho del Sr. Parejo, donde sólo unos cómodos sillones se libraban de soportar el peso de innumerables expedientes con legajos de todo tipo y cuyo parco mobiliario presidía una fotografía que enmarcaba el busto de un caballero de aspecto extranjero a cuyo pié, plateadas letras, lo identificaban como “Hugh Mackay Matheson, Chairman of The Rio Tinto Co., Ltd”.
    Tétrico le pareció el lugar y, al reparar en la colgadura, no pudo reprimir el fuerte deseo (silenciado, claro está) de lo bien que se ajustaría al cuello “del Mr.Matheson” el cordel con la que Román ataba a las caballerías en los establos.

    Tras las muestras de cortesía desplegadas por el Abogado hacia tan notable visita, de quien escuchó, muy atentamente, las quejas de daños por las mantas de humos, pasó a dar respuestas, con la pretensión de que fuese comprendida la necesidad de tolerar la
    continuidad, basándose en el derecho que asistía a la Sociedad que representaba y, no olvidando incidir en la reciente opinión del catedrático, D. Ricardo Becerro de Bengoa, coincidente con distinguidos profesionales de la medicina, en el sentido de que el contenido sulfuroso expandido en el aire por los repetidos humos, era altamente beneficioso para la salud.

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  3. .Tempranamente “el ama” ALICIA, -pues ese era su nombre de pila- acudió a la entrevista, con propuestas que creía cabales para conseguir conciliar vitales intereses.
    Por eso argumentó al letrado, lo que a su parecer podría ser razonable solución:
    ¿Por qué no se vertía agua, cuando saliese mucho humo, sobre los montículos de mineral –las teleras- para evitar que se expandiesen tanto?
    Don Ceferino la miró atónito y, con presteza, valoró la inocente sugerencia a la que, con un punto de sarcasmo, respondió: “Dª Alicia.., ¡Lo sentimos¡ pero ese procedimiento sólo es utilizado en el campo para obtener el picón a emplear en el encendido de braseros”.

    Poco o nada que más hablar. Todo quedó en cortés despedida y encomendar, por parte del antiguo compañero, transmitiese cordiales expresiones a su hermano. Alicia, prometió lo haría.

    Envarada y con altiva mirada, tomó el camino de regreso, con la determinación de que “su guerra” sólo había comenzado. En la estación de Buitrón, apeada del tren, montó en la calesa de su propiedad, que puntualmente aguardaba en las cercanías de la estación, para llevarla a casa.
    A su llegada ningún sirviente pudo intuir lo que “el ama” traía interiorizado.Ni la fiel doncella Rosini, depositaria de
    ocasionales confidencias, no siempre prudentes, observó nada anormal en Alicia que, ataviada con bermejo traje de visita en el que destacaba el trasero polisón tan de moda a finales del XIX, bocamangas de encaje y cerrado cuello, del cual pendía doble vueltas de cuentas de azabache, complemento de bolso repujado a juego con botines y, aún a una edad “prudencial”,. su presencia quedaba realzada con el desplegado quitasol que sombreaba imperceptible rictus de boca.

    Su estrategia inicial –(la traía muy meditada)- para aplicarla contra la RTCL, su Mr.Matheson, su Abogado, sus escoceses e ingleses juntos, sus infernales teleras, sus máquinas de vapor, sus barrenos y toda la jauría, protestante y sin protestar, que no podrían resistir al baluarte de oposición que ella iba a erigir y comandar. Ella, y las aliadas con las que estaba segura, contaría.
    Todo lo pondría en marcha, mañana, a más tardar, si Dios lo permitía

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  4. Había sido una noche de completo insomnio en la que, al margen de lo que constituía su principal preocupación, tampoco ayudaba a conciliar el necesario descanso la deseada tibieza que hubiese podido prestarle, entre sábanas, una varonil compañía….

    Alicia, bajó al comedor y, tras frugal desayuno, pasó a la estancia de su hermano, donde como era habitual, lo halló inmerso en sus voluminosos libros de Ciencias, Geografía y demás materias en las que ella misma no estaba versada. Al desearle pasara buen día y transmitirle los recuerdos que enviaba D. Ceferino Parejo, -compañero de estudios al que apenas recordaba- él retomó el examen de sus complicados tratados, sin preocuparse de algo que no fuera lo que tenía en sus manos y ella, una vez más, prescindiría de él.
    Así, “el ama” volvió a sus ocupaciones cotidianas impartiendo órdenes a su capataz y sirvientes de la casa, concediéndose suficiente tiempo para organizar lo que iba a constituir su futuro “leit motiv”.

    La primera entrevista de la mañana, la emplearía ¡con quién, si no¡ mejor que con D. Andrés, el virtuoso sacerdote, párroco y confesor de pías damas, las cuales se desvivían invitándole a sus bien servidas mesas para que, entre bocado de capón y trago de buen tinto, las aconsejase cómo debían practicar la caridad cristiana, socorriendo, tal como en ocasiones lo hacían, con unas perras gordas a los pobrecitos necesitados, sin olvidar que lo sobrante en las abundantes mesas fuesen aprovechados por quienes de ello tuviesen necesidad. ¡Ay, Dios, cuanto sentía ella no poder invitar, a casa, con la asiduidad que desearía, al buenazo de D. Andrés¡. ¡Todo por culpa de este hermano, tan desviado de la realidad por mor de sus zarandajas intelectuales¡ En fin….

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  5. No era persona de malgastar tiempo y, en consecuencia, tempranamente marchó a la Parroquia a fin de escuchar la primera Misa, aprovechando para recibir su diaria comunión.
    Cumplidos los cristianos menesteres, se dirigió hacia la sacristía, no sin antes depositar una “limosnita” con billete de 100 reales en el cepillo de San Vicente, gesto que, “por descuido” observó D. Andrés el cual, sin muchas prisas, intuía iba a ser requerido, al tiempo que le asaltaba la preocupación por si la ofrenda hubiese sido observada por sus monaguillos, tentándoles a no sabía qué…..

    La amplia puerta-cristalera, fue sobrepasada por quien, como Alicia, tenía la confiada costumbre de hacerlo con frecuencia.
    Bastóle con besar la mano al sacerdote, para seguidamente, comentarle tenía que consultar urgente asunto tocante a conciencia y a la Santa Madre Iglesia, pero fuera de confesión. Solícito, aquél hombre que había consagrado su vida a la religión, la apremió a sentarse y comenzar su cuita.
    Fue de esta manera como dio comienzo el relato de Alicia en torno a la visita que había realizado al Representante de la RTCL, sin omitir detalle alguno. Enfatizó, muy mucho y pausadamente, el sorprendente retrato que de “ese Mr.Matheson” presidía el despacho del letrado, subrayándolo del siguiente modo:

    “Vd. sabe, Reverendo Padre, que el tal Sr. es P R O T E S T A N T E, es decir, que. suponiéndole lo mejor, se trata de un hijo de Lucifer, si no es él, en persona. Por lo tanto, enemigo de nuestra Iglesia y de S.S. nuestro Romano Pontífice. De ahí que no haya dudado en aumentar esas terribles “teleras”, auténticas fábricas de azufre, materia que tan bien se le dá en el mismísimo infierno. En el mismo lote –yo diría saco- deben estar el Abogado y todos los que para esa Compañía trabajan.”.

    “He pensado que una manera de contrarrestar el avance de esta herética serpiente, en nuestra amada nación, debería comenzar por que Vd. convocase a toda persona de orden, (sin perjuicio de que se hiciese notar su voz en distintos estamentos civiles) para celebrar solemne Misa cantada, a poder ser de tres capas, -cuyo estipendio yo estoy dispuesta a sufragar- para invocar la protección del Altísimo contra el mal que nos acosa”..

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  6. Sin conceder respiro a su exposición y, mucho menos consentir, interrupción alguna por parte del venerable, prosiguió:

    “Estoy segura está tan deseoso de combatir, por una causa tan noble y justa como lo yo lo estoy, siendo el objetivo exclusivo que me mueve a exponerle esta inquietud que sufro” …..!Por cierto¡ D. Andrés; ¿Sigue Vd. recibiendo el cantarito de leche que le envío diariamente con Román, para las necesidades de su casa?. ¡Es tan descuidado el mozo¡”… En aquellos momentos ella no tenía interés alguno en recibir contestación, cualquiera fuese. Por tanto, sin esperarla, continuó:

    “Esta propuesta que hago, no estaría mal la recomendase Vd. y sus coadjutores, a todas las señoras de la comarca para que acudiesen a la celebración, prendidos en sus pechos el detente del Corazón de Jesús, que pueden adquirir de los que están reservados para vender a 50 céntimos para ayuda del Culto y Clero ¿no le parece?.
    Estos desprendimientos populares, confunden mucho a los herejes. ¡Figúrese qué pensará Mr. Prebble y cómo se lo contará al Mr. Matheson¡”

    “Serà evento muy referido y hasta yo misma se lo escribiré a mi querida amiga Ursula. ¿No la recuerda?. ¡Sí, homnbre de Dios¡ Aquella que tiene concedido el monopolio de la sal, en Cádiz. Tan allegada es a su Eminencia Reverendísima el Arzobispo, que en varias ocasiones le ha comentado las virtudes que a Vd. le adornan y que yo, tantas veces le he sugerido. La verdad es que sería la primera persona en sentir un traslado forzoso de Vd. pero, me entristecería, consumiese su apostolado en vez de desplegarlo en una Canonjía para la que el prelado le podría asignar en el futuro, ¿Verdad?”

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  7. Si bien la exposición de Alicia, había creado un batiburrillo de confusiones en el ánimo del cura, pronto se desvanecieron, “ por los motivos que fuesen”, dejando paso a un pragmatismo que algunos religiosos saben compaginar ó, casi, sin menoscabo de la doctrina. Tal vez pudo ser el caso de D. Andrés.
    De cualquier manera, la “sugerencia” de la distinguida feligresa fue observada con tanta precisión, como ella la proyectó, pero transcurrían las semanas y meses que finiquitaron el dichoso año de 1880 empeorando, si cabe, el asunto de los humos.
    Extraño resultaba que el Cielo permaneciese sordo ante el clamor de una “clase” a la que parecía, siempre escuchó y, a la que tantas buenas obras se le debían….

    La situación era divergente para los intereses mineros. A la vez que se ampliaba la Corta de Filón Sur (en la Mina) con el consiguiente aumento de mineral extraído, 15.075 Tons más que el año anterior y, empleando una cantidad de mano de obra en los trabajos, jamás conocida, pagada puntualmente, sin que las condiciones meteorológicas pudiesen impedirlo, y garantizando la continuidad del diario laboreo.
    Por lo que a Don Ceferino Parejo más competía, pudo presentar los resultados positivos de sus variadas gestiones, entre las cuales, destacaba la política de indemnizaciones a los agricultores y terratenientes por el daño causado a sus diferentes propiedades que, tras ello, pasaban a engrosar,- generalmente las tierras, “por baldías”-, el patrimonio inmobiliario de la Compañía inglesa, semejándose así a gigantesco e insaciable pulpo que extendía sus tentáculos hacia los 4 puntos cardinales, desde el eje de la explotación.
    A la par, se desarrollaban asentamientos urbanos para los obreros y sus familias llegados a Rio Tinto, no sólo de las cercanas provincias andaluzas si no, igualmente, de las lejanas tierras gallegas y portuguesas, ante la imposibilidad de encontrarles alojamientos en el pueblo, desbordado por una masa inmigrante de aquella magnitud, dándose la lógica circunstancia sociológica de la integración humana, pero que conservaba en muchos aspectos, costumbres enraizadas en sus diferentes regiones

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  8. Evidentemente, había que tomar muy en cuenta a una inmigración “más selecta”, pero minoritaria, llegada a la Mina y que desde Londres, fue designada para organizar los métodos de trabajo que, al socaire del mismo, implantaban también las costumbres y modelo social de su propio país.
    Curiosamente, el comienzo de esta arribada la protagonizó un puñado de escoceses que, una vez instalados en casas particulares del pueblo, desearon el reagrupamiento familiar y, en consecuencia, la Compañía les proveyó de casas, edificando algunas en núcleos ó barrios, separados del pueblo, como pudieron ser los de San Dionisio, Marín, Naya, etc.

    No obstante y estar destinados a la dirección de todo tipo de trabajos en el establecimiento minero, la explotación necesitó la concurrencia de técnicos especializados en diversas ramas a fin de ser atendida adecuadamente. Por tanto, eran precisos, a medida que iba en aumento la extracción,
    especialistas en Ingeniería, Medicina, Administración, Enseñanza, Proyectistas, etc.
    De manera que el grupo primeramente llegado se vio incrementado, paulatinamente,con otros individuos no sólo procedentes de las Islas Británicas, si no igualmente, recurriendo la misma Compañía a similares métodos de reclutamiento y contratación como ya lo hiciera en distintas partes del Imperio.

    Muchos individuos, prácticos en labores mineras, salieron de Redruth (Suroeste de Cornwall) una vez agotados los pozos en que anteriormente trabajaron, embarcando para las Minas de Rio Tinto, en Huelva, desde el cercano puerto de Plymouth.
    Familias obreras completas, como fueron los Gilbert, obtuvieron empleo en las Minas permaneciendo allí durante generaciones e, incluso, el padre de la extensa unidad familiar, moriría en ella años después, en accidente de trabajo. Como anécdota, podríase citar al Ingeniero Neil Kennedy, oriundo de Redruth. que llegó a ostentar la Dirección en un breve espacio de tiempo y del que más adelante nos ocuparemos.

    En muchos aspectos Rio Tinto, bajo la influencia de esta minoría se configuró en los primeros años de los 81 que duró la administración británica, como el embrión de una de tantas colonias asentadas en el mundo y paradigma –en micro/constiución- a la “British South Africa Company” e “Imperial British East Africa” cuyos fundadores, Cecit Rhodes y William Mackinson, ambos contemporáneos “al Mr. Matheson” de Rio Tinto, dieron paso a las futuras colonias de South Africa y Kenya, respectivamente.

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  9. Conformada con arreglo a patrones o ejemplos anteriormente citados, las Minas progresaban en sus trabajos y consiguientes cambios sociales, estos últimos generados por la natural actividad de la explotación que la situaba en una dinámica hasta entonces desconocida.
    La foránea Compañía tenía que crear, no por altruismo, si no por exigencias de las labores mineras y consiguiente buena marcha del negocio, diversas infraestructuras y servicios pero, inevitablemente, supeditadas a éste.

    Un frío y calculado pragmatismo se impuso, no sólo en el ámbito laboral, también extendido al resto de las actividades de la comunidad de cualquier procedencia, plagiando un calco similar al implantado en Inglaterra en los años de su dura revolución industrial.
    Artilugios de vital importancia, fueron los relojes de pared.. Importados, como casi todo, desde las Islas Británicas, se instalaron en las diferentes estaciones del ferrocarril y demás departamentos que se iban abriendo, mostrando con sus grandes dimensiones, un horario inflexible que, sin excusa ni pretexto, sería de obligado cumplimiento; Cuadros de marchas de trenes, entradas y salidas de los distintos trabajos, eran marcados por sus metálicas manecillas.
    Espectaculares llegarían a ser los avances en sanidad y enseñanza, aspectos que trataremos más detenidamente.
    Sin embargo, serían inseparables de ciertos “progresos” otras facetas negativas, en connivencia con el sistema que, independientemente, tocaremos próximamente.

    A la vez que se consolidaba el indiscutido poder económico de la Compañía y su influencia, como mayor contribuyente de la provincia de Huelva, se entretejían en altas esferas del Gobierno de España (Madrid) y el Consejo de Administración (Londres) intereses, bien de tipo económico, bien de carácter social, dirimidos ó encauzados por representantes de dichos estamentos.
    A tal fin y por su parte, el Consejo de Londres, siempre se ocupó de que sus propios intereses estuviesen defendidos, en cualquier época, por cualificados Senadores o Diputados, muy parecido a lo que actualmente denominaríamos, como “lobby”.
    Tal cometido, en los primeros años le fue encomendado a D. Daniel Carballo Cousido de quien quedó documentado su nacimiento en La Coruña, el 18.3.1824, ganando la circunscripción de Santa María de Ortigueira con un montante de votos de 1086 sobre un censo total de 1225 electores, el 2.5.1879. En pago de sus servicios la Compañía le pasaba honorarios por ₤1200/año más ₤101 para gastos de oficina. Honorarios estimados como espléndidos y ajenos a los que por su cargo como Senador le correspondiesen…..
    (Cita concordante con este último apunte: “Nada hay de nuevo bajo el sol”.- Ec. 1,9)

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  10. Deteniéndonos en la panorámica descrita anteriormente, no es difícil imaginar la situación a la que debía encararse Alicia, cuando a mediados del año 1881 se constataba el aumento intensivo de los perniciosos humos que se cernían sobre amplia zona que afectaba a la cuenca minera, cercana sierra de Aracena y algunos términos municipales de territorio sevillano.

    Agobiada e impotente, al igual que la media docena de altivos terratenientes y otra significativa cantidad de modestos propietarios de fincas rústicas, que ya habían sido obligados a adoptar unas condiciones de forzosa expropiación, en unos casos, ante la necesaria construcción y paso del ferrocarril por sus pagos y, en otros, por la desertización de las tierras e imposibilidad, por tanto, de trabajarlas.

    Las súplicas dirigidas, de manera personal, al Arzobispo de Sevilla y concurriendo, de la misma forma, a las audiencias concedidas por el Gobernador de la Provincia, habían sido infructuosas

    Hacía meses que el Capataz de la hacienda venía informando al “ama” de cómo abandonaban los caseríos, tierras de labranza y fincas los arrendatarios, muchos de los cuales habían permanecido en ellas, trabajándolas por generaciones, pero hartos de una subsistencia mezquina, nulas cosechas y demás contrariedades, decidían marchar a la Mina para conseguir mejorar su nivel de vida.
    Era la creencia general del campesinado que, a su vez, ocultaba la cara y cruz ó, cruz y cara, de una “clase” que había soportado estoicamente, al clásico “señorito”, continuador de inveterados privilegios cuyas raíces se hundían en la nobleza del llamado “Antiguo Régimen” tan sostenidos por la monarquía Borbónica, mutando, en el devenir del tiempo, en el clásico cacique decimonónico. figura que obviaremos, al suponerle generalizado conocimiento.

    Comprensible, el desasosiego, en particular por la hermana de “nuestro señorito” que no sólo sentía flaquear su voluntad de enfrentarse a un poder, difuso pero real, cuya cabeza visible radicaba en el Director de la Mina, pero al intentar una hipotética entrevista, se excusaba con el escaso dominio del castellano, derivándolas al Sr. Parejo…..Entonces; ¿A qué instancias recurrir?

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