8 de noviembre de 2010

Yo perdono, tú perdonas, él perdona, nosotros...

Autora: María Márquez Gento.

Vanidad de vanidades, todo es vanidad” ECLESIASTÉS.

VENCER EL EGO

Hace algún tiempo, recuerdo haber escuchado en algún programa de televisión o de radio, a un actor hablando sobre su profesión. Recuerdo que dijo algo así como que lo principal para ser un buen actor o actriz es “vencer el ego”.Esto me dejo completamente claro en que consiste eso de jugar a ser otro. Es preciso olvidar quién eres, desdibujar tu identidad, tu perfil, para convertirte en el personaje, siempre aportando algo tuyo, pero dejando de ser tú.

Pues bien me quedaré con esa frase, que por otra parte parece sacada de un manual de filosofía oriental;”vencer el ego”.

Que difícil amigos me llega a resultar ese combate. Yo, que no soy ni actriz, ni aspirante a serlo, y ando por este teatrillo que me rodea, sin que nadie me escriba los diálogos, ni me incluya en ninguna escena, ni me otorgue unos rasgos característicos; una forma determinada de vestir, un peinado singular, una personalidad determinada. Por lo que ando entrando y saliendo a escena improvisando todo el rato, argumentándome yo misma, escribiendo el presente con mi puño y letra. Actuando en fin, en mi trama vital y viviendo de acuerdo a esto que creo ser.

Y vaya que es complicado lo de “vencer el ego”, una tarea ardua y dolorosa. En primer lugar porque adosado a mi ego, como una lapa, está mi orgullo. Sí ese que me dice “tú, la cabecita parriba y a parecer digna,”,”no des tu brazo a torcer”,”deja que él/ella de el primer paso”,”no, no, tu no te has equivocado, te habrán entendido mal”.Y estos mandatos son secundados por la soberbia y la tozudez, consiguiendo que el ego, mal aconsejado engorde y engorde, hasta el punto de ser un obeso rival, al que cueste acallar.

Ojala los años me den la clave para conseguir si no vencerlo, dominarlo, ojala consiga aprender a reducir tan improductivo orgullo.

PERDONAR

Ojala eso de pedir perdón no me siga resultando tan difícil. Sí, es fácil pronunciar un mal entonado”lo siento”, lo complicado es sentirlo, percibir la ofensa del otro y llegar a sentir su malestar o dolor. Ese malestar creado por tu error, sabiéndolo o ignorándolo. Aquella vez que negaste tu ayuda por andar mirándote el ombligo, que no abriste tu puerta al que llamaba, o descolgaste aquel teléfono, aquella vez que tus palabras fueron escasas o vagas, que tal vez dejaras que tu lengua se desatara, aquel día que no acudiste a una cita determinada, simplemente por comodidad…Todo esto generó un malestar en alguien que le importabas, que esperaba algo de ti, ¿y que le ofreciste? nada, anulado por tu ego.

Aquí amigos, creo que radica la clave que busco, en “percibir al otro”, ponerte en su lugar e intentar dilucidar que es lo que precisa de ti.

Pero si difícil es pedir perdón, aún más complicado es perdonar. Si tus palabras o tus hechos dañaron mi ego, si me hiciste sentir ninguneada, desplazada, inútil, si no me prestaste la justa atención, si no supiste entenderme y me malinterpretaste, si me sentí traicionada, envidiada, ahora posiblemente ya dejé de valorarte, de confiar en ti. Y para que la ofensa desaparezca, habré de acudir al perdón, si sigues mereciéndome la pena. Pero que complicado que aflore ese perdón, en que lucha tendré que debatirme con mi ego, por que ahora tú eres para él un enemigo y no olvida fácilmente.

La otra clave que parece que tengo clara es la de la “comunicación”. Háblame, dime que te molestó de mí o te molesta, como te herí, que te prometo aclarar si vi en ti la ofensa y corregir mi conducta.

Decir, comunicarse con el otro, esa es la clave, ya que para hablar con tu ego sobran las palabras, empléalas en usarla con los demás. De lo contrario te pasarás la mayor parte de tu tiempo entre perdones y luchas de egos.

Y hasta aquí amigos llegaron mis palabras. Si crees que pudiste equivocarte, ayer, hoy o tal vez mañana, espero no te resulte tan complicado como me resulta a mi eso de acudir al perdón. Yo andaré por aquí, o por allá, en mi lucha personal contra mi ego, contra mis entrañas.

2 comentarios:

  1. ¿Hay algo mejor que escribir tu propia historia? ¿Hay algo más difícil que escribir tu propia historia?
    ¿No es necesario el ego, en ocasiones, para sobrevivir?
    ¿Hay algún enemigo más mortal que el ego?
    ¿Hay algo más oportuno y beneficioso que la empatía?
    No hay nada más complicado que el perdón.

    Un texto que hacen nacer preguntas, pero también con muchas respuestas.

    Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  2. !Maravilloso artículo¡.
    Sencillamente comprensible, al contemplarlo en el pórtico que alumbra la inconmovible veracidad sostenida en el versículo Ec.1,2
    Muchísimas gracias a su autora, a quien no conozco, pero cuyos apellidos tan familiares me son.

    ResponderEliminar